La marca maybelline -que no será lancome pero está en cualquier supermercado ahí al lado de la caja, justo después de que una ya se vió en algún malvado espejo detrás del mostrador de quesos-, ha lanzado al mercado un producto de esos que reemplazan cosméticamente al placer. Algo como el azúcar sin azúcar para mí en el feliz mundo del dulce, algo como el chicle o el parche anti tabaco en el mundo de mi vieja, pero aplicado al mundo del cacharro. La vil apariencia.
Todas las mañanas debatirse entre la belleza natural, si acaso la hay, y la tentación del rimel y la chapita piola. Entre ser buena o mala hoy, gorda o flaca.
Cuando salí a la Grau muy temprano rumbo al trabajo hace pocas horas, ví a lo lejos a un conocido cercano cruzando la pista y me dije es Javier, hace mucho que no lo veo, pensé que simpático, es Javier después de tanto y qué cortés yo, habré de saludarlo ésta mañana como para empezar el día creando un ambiente de amistad y buena onda barrial. Entonces le di el golpe milimétrico especial mío que le doy a la bocina para que suene como que el auto tose, pero no me escuchó. Lo dí una segunda vez, pero nada, todo en paralelo a una sonrisa enorme y la mano fuera del auto lista al saludo. A la tercera vez que mi auto tosió, Javier volteó y pude leer fuera mierda que salía de su boca justo cuando sus ojos se encontraban con los míos y mi sonrisa y mi mano que ya se alejaban hacia un día de trabajo atroz.
Decisión tomada, hoy mala, gorda y bella al natural, estado también conocido como un poco fea.
Vuelvo a que un rato después de mi feliz encuentro con Javi, me veo de reojo en un espejito del super y caigo en cuenta de que luzco peor que varios kilos de chicharrón con pellejo en oferta. Entonces me acerco al mostrador de maybelline a pedir auxilio cuando la señorita que atiende, que evidentemente me ve rascuache porque orienta en una mi atención hacia una canasta con productos rebajados, me da un tubito que parece un delineador pero que tiene una especie de hisopo opuesto a la punta. Yo, que no tengo otra brocha que la palma de mi mano ni aplicador que no sea mi índice derecho, le pregunto de qué se trata. Es el nuevo producto, un delineador que después se difumina para darle el look fumada que está tan de moda. Pregunté el look qué y contestó fumada.
Sesenta y cinco soles por un producto de belleza que me haga ver fumada sin fumar, a las once de la mañana camino al agujero negro que es mi oficina. Se me ocurre una manera mejor de invertir esos veinte cocos, salir de mi oficina y obtener el look de moda de un sopapo, pero me quedo callada porque soy muy decente.
6 comentarios:
Ni mala, ni gorda, ni un poco fea, sólo bella al natural.
ja..ja..ja me gusto tanto este post ¡¡ Yo totalmente indentificada .
la maldita relación amor-odio con el maquillaje... hace unos años me di cuenta que la gente maquillada no se ve ni mejor ni peor, solamente se ve maquillada. y punto.
por eso son pajas los travestis y/o drag queens, porque revelan el artificio del maquillaje de una manera imposible de ignorar.
oye, srta queloide, realmente no creo que puedas verte ni remotamente igual o peor que "varios kilos de chicharrón con pellejo" ni haciendo el intento, pero creo que sí podrías verte tan sabrosa como sabe el chicharrón del sitio al costado de Metro de Grau (es un piropo, aunque no lo parezca)... es domingo por la mañana y los piropos van por el lado de la comida, lo siento...
me encantas bella al natural, tan timida q pareces, y tan indefinida como te veo yo, algun dia cuando te des cuenta...
JAJAAAAAA que viene despues? polvos para lograr el look coquera?
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