25 de mayo de 2009

survey

Una encuesta nacional recientemente realizada e introducida en las primeras horas del día de hoy por debajo de mi puerta, confirma que quien suscribe aun mantiene el anti liderazgo en las preferencias electorales del comité vecinal del edificio en donde vivo con un 0% de respaldo, seguida de la señora renegona que vive con su mascota milenaria, quien ostenta un 12%, la vecina que no paga el mantenimiento hace un año con un 20% y la actual administradora que lo hace muy pero muy bien, con un 52%. El resto no opina.

El sondeo revela además que la gente de los sectores A y B, me reconocen como la hija más bella del matrimonio de mi mamá y mi papá, con un abrumador 63%, lo que de inmediato me lleva a pensar que el 32% que opina lo contrario desconoce que soy la única hija del dichoso matrimonio. El resto no opina.

He subido tres puntos con respeto al sondeo anterior que llegó a mi puerta el mes pasado, frente a la pregunta quién tiene la mejor mascota, superando así con Takle en 15 puntos a Alejandra que amenaza con salir del ranking, y en 8 puntos a Anaisa Pereira junto a su perro sumaq. Más rezagados en el ranking canino están mi mamá y su gata (6%), y un niño desconocido que cría una lombriz en un pomo de mermelada fanny (4%). Éste último podría tratarse del outsider que todos esperamos.

La gente respalda mi condena

Sobre el hecho específico de que yo ojee todos los domingos los clasificados del comercio con la esperanza de que alguien equivoque el precio de un auto de menos de 20 años, alcanzando nulo éxito en la búsqueda desde hace ya muchos meses, un irrefutable 70% opina que únicamente yo soy la culpable, mencionando razones como que soy irresponsable con mis ingresos, que no tengo capacidad de ahorro, que no merezco un mejor vehículo e incluso una vecina vieja que para en la bodega firmó debajo de, porque no nos gusta tu sonrisa.

La directora de People Plus, reconocida empresa encuestadora, precisa que el mayor porcentaje de quienes creen en mi inocencia y buena fé, consta de personas que han sufrido un severo golpe en la cabeza con posible cuadro de amnesia, lo que hace difícil de contabilizar de dónde vienen o hacia dónde se dirigen.
En espera de más datos y hallazgos, sigo en campaña.

19 de mayo de 2009

Me agarran unos ataquitos de ansiedad (así de insustancial se pone la temática de éste blog comatoso el día de hoy). Entonces siempre llevo un ojo rojo, o la sensación de no haber dormido bien y encima me duele la parte baja de la espalda como si caminara haciendo la araña y no, simplemente tengo nervio de algo. El problema es que no tengo idea de qué, porque mi cuerpo presiente lo que va a pasar y podría ser desde un temblor hasta la caída del dólar pero ya mi ojo derecho lo sabe y se arranca a enrojecer de modo espontáneo y sin avisar a su hermano el izquierdo.

Después de que me pica el ojo paso inmediatamente a consumir con desesperación dulces. No por hambre ni antojo, sino por necesidad vital. En estos días, analistas de la empresa marinela deben estar detectando una importante alza en la venta de sus productos pingüino y gansito que seguramente le aducirán a la crisis o a la gripe porcina, como todos.
Lo tercero es encontrar la máquina zafa realidades. Específicamente un recién conocido juego lo suficientemente enfermo como para obsesionarme lejos de cualquier afán productivo. De inmediato aparecen los problemas cuando el chico me ve, me regaña levemente, toma su compu y se pone a jugar al lado mío. Me supera en el ranking y sigue con su vida. Luego llega mi madre de visita, se queja porque no le hablo y se va. Dos horas después mi madre busca el juego, lo ubica y me supera en el ranking público por veinte mil puntos, desde su casa.

Lo cuarto es estar descontenta con el aspecto de mi pelo visto a través de mi ojo rojo. Llamar a la peluquera mari mientras me digo basta de pelo semilargo, aun cuando ayer el lema era que viva el pelo largo. Cortar todo lo posible, rebanar la memoria. Salirse ya del esquema pelito asimétrico y entrarle al pelo ordenado y coquetón a la antigua. Ver en el espejo a la nueva yo e imaginarse al chico diciendo qué lindo. Súbito miedo de que el chico haga comparaciones con amelie o cabaret, pero renunciar a la idea al no encontrar gansitos cerca para paliar posibles ataques de ansiedad.

Salgo con el ojo rojo y el pelo corto a solucionarlo todo. Compro una perrita adorable y la pongo sobre mi madre. Las dejo a ambas solas en un auto rojo en la avenida guardia civil. Le digo a mi madre que la perrita es suya pero a la perrita le digo que yo la compré, lo que la hace mía aunque viva en casa de mi madre, sólo para que ella lo tenga claro. La perrita es hermosa, está nueva, no tiene nombre y parte hacia la casa de mi madre a estrenar vida y camita. Yo vuelvo a barranco con la misión cumplida.

He-man. Así ha definió el chico anoche mi corte de pelo y después dijo que sí le gusta, pero me quedo con lo primero, He-man. Bah, vuelvo a la casa y recibo fotos de la perrita que hace quince minutos dejé con mi madre, por correo. Dice que es bellísima. Cuenta que hace caso a todo y que es el ser más educado del mundo. Que se mira al espejo y mucho más. Mi madre está contenta.

Eso desde el sábado hasta ayer lunes. Veremos qué me depara el hoy. Mientras tanto tengo varias tareas urgentes: Stockearme de gansitos, sabotear la compu del chico y superarlo en el ranking, superar a mi madre, ya exitosamente fuera de juego gracias a la nueva mascota, y alzarme como la campeona mundial del jueguito. Después veo cómo me compongo el ojo.

11 de mayo de 2009

pasión bloguera

Es muy importante prestar atención al serio debate que se ha suscitado a raíz de las declaraciones de un importante joven líder de opinión barranquino. Ha dicho que los blogs han muerto y entonces él y tres otros líderes de opinión de distintos distritos –indomiciliados en la web- junto con una handy cam, se han sentado a la mesa de un restaurante miraflorino a disertar sobre el tema en cuestión.

Dos de mis blogueros favoritos y otros dos señores le han dado la vuelta a una rosca hacia la derecha, la vuelta hacia la izquierda, la vuelta hacia la derecha y así se han pasado la rosca durante treinta minutos que yo le he robado a mis labores diarias para ver, porque de eso uno puede sacar mucho. Son lindos, argumentativos y además de ellos se aprende.

He aprendido entonces que los nuevos sitios de redes sociales y microblogging han reemplazado al blog, lo que entonces me hace sentir retro y desinformada mientras escribo esto, pero sobretodo he aprendido que las nuevas plataformas plantean un reto semántico para nombrar a quienes las emplean. La pregunta que queda es la siguiente:

¿Cómo llamar a los señores que hasta ayer recibieron el nombre de twiteros y blogueros pero que antes fueron listeros, foreros y en un inicio simples lornas?

4 de mayo de 2009

sobre ah1n1

No soy ni he sido muy representativa de nada nunca. Soy mujer y estoy feliz de serlo, pero mil veces he deseado en silencio hacer pila parada y reniego de que por ley los hijos se queden casi siempre con las madres en caso de divorcio porque me parece sesgado e injusto. En ese caso me pongo del lado de los hombres. Tengo pelo negro y me parece que las de pelo negro nos divertimos igual y más que las rubias, pero en el fondo hay un tono chocolate que en la luz da casi negro que me gustaría lucir en la cabeza algún día. Me levanto en armas a favor del derecho de la gente a ser gorda, pero no como arroz más de una vez por semana y me peso casi a diario.

Igual la gente que me conoce lo sabe, creo, y entienden que soy sincera cuando salgo a defender la vida de algunos mamíferos o las declaraciones de figuras públicas de las que usualmente soy enemiga.

Habiendo dicho eso, y considerando que parte de la comunidad mundial ha sido injusta en los últimos tiempos con el hermano pueblo mexicano, yo, como habitante del planeta tierra y representando específicamente a la nación peruana porque así me apetece el día de hoy, declaro que al próximo ciudadano de origen mexicano que toque a mi puerta por una razón o la otra, será bienvenido y procederé de inmediato a propinarle incontables besos feroces sin intermediar mascarilla alguna.

Comuníquese y difúndase.