14 de diciembre de 2009

fe

Es febrero del ochenticinco y dios es un amigo cercano. No he dormido ni he jugado ni he visto tele durante muchas horas. Tengo la casa club abandonada, los tubos de ensayo abandonados y seguramente alguna mascota muriendo de inanición en el patio. Quizás si no fuera este año y el futuro estuviera más cerca yo no tendría que esforzarme tanto. Comprar la cartulina, conseguir un palito de madera digna que haga de asta, buscar plumones de colores y robar de alguien el plumón dorado traido de Norteamérica. Eso y buscar un afiche donde la bandera estuviera lo más grande posible para copiarla a detalle. Si hubiera Wilson hoy, si los señores que trafican software, si las gigantografías y los ploteos, si internet, si hubiera una computadora o su madre cerca mío, es probable que mi tarea no hubiera tenido la mitad de la fe que tiene ahora. Yo he dedicado días de horas niña a hacer a mano alzada la mejor banderita del vaticano que alguien haya visto, con sus llaves, su coronita en detalle y las borlas. Con eso voy a recibir a Juan Pablo que está hecho de masa de pan y viene a Lima. Tengo ansiedad y nervio, lo voy a ver pasar en su papamóvil que es un transformer del cielo y con mi banderita voy a recibir a dios en su primera visita oficial al Perú.

Hoy es el día. Me he puesto el jumper azul que mi abuela rehízo porque mariellita es más grande que yo y aunque la tela pica un poco vale la pena la gala. Hemos llegado casi de madrugada al estrado que a lo largo de la calle las flores el colegio sophianum ha puesto para que sus exalumnas, entre ellas mi madre, puedan ver pasar al papa peregrino al vuelo cuando desde la nunciatura apostólica tome la Salaverry y luego de vuelta en esa misma calle, donde en su camino a la eternidad, que es el lugar al que karol llega siempre, me verá con mi bandera y mi jumper y mi enorme fe y yo lo veré en carne y hueso y masa de galleta para ser feliz y seguir cantando el taller del orfebre. El pueblo de dios, en camino con, juan pablo peregrino.

Hay tanta gente de mi familia que parece navidad. Sólo en el concierto de menudo en el nacional, he visto tanta gente junta cantando las mismas canciones y del mismo ánimo. Se cuentan los minutos que faltan, hay seguridad por todos lados, los zapatos me están matando. Franco, que es mi primo y también hijo de exalumna del sophianum, parece tener la misma histeria contenida que yo pero el lleva una banderita tipo, esas que hacían de papel crepé y con una impresión malísima del escudo. De hecho yo tengo la mejor bandera, el plumón ha conseguido reflejar el efecto pan de oro que tengo en el espíritu. Como de las manos me brota Iguazú, procuro solo tomar el palito para no malograr el dibujo y tampoco la ondeo por gusto por un poco de miedo de que la cartulina se eche a perder. Lanzan música desde unos parlantes que generan estruendo. La gente se pone de pie y con ellos mi mamá, la abuela, Fabiola, la tía dina, Giovanna, franco, yo y todas las viejas gritonas que entran en éxtasis religioso desde ya. Estoy en primera fila y no espero poco. Quiero, definitivamente, ver la cara del papa a metros, quiero alucinar el papamóvil, quiero recordar la guardia del vaticano, quiero que palomas rodeen la escena y formen una paloma más grande justo arriba de la comitiva. A cambio de mi esfuerzo, espero en recompensa que el cielo se abra y una inmensa mano me unja en santidad, nada menos y no estoy con ganas de negociar.

El tiempo se toma licencias literarias. Pasa dilatado, los últimos segundos son como minutos interminables y todo está en slow motion. Las viejas empiezan a romper las cadenetas de eslabones blanco y amarillos. Abren la boca como leones y miran hacia la izquierda que es por donde debe aparecer el polaco y sus huestes romanas. Todos se contagian y el ambiente se vuelve aún más intenso que menudo en el nacional. Entonces, y este es un fenómeno extrañísimo porque entre las voces lentas y deformadas del resto la escuché clarísimo y en velocidad real, Giovanna dice mirando hacia la derecha que era exactamente el opuesto de objetivo, mira carlita, ese no es Jaime Bayly?

Jaime, el chico que desde la tele hacía un programa de deportes, transita la calle las flores a treinta metros de mí. Tiene una camisa blanca y es mucho más alto de lo que imaginaba. Qué hará por aquí, quizás su mamá también es exalumna o simplemente va a algún lado desde algún otro, porque no tiene banderita ni canta. Está parado con sus piernas largas que veo por primera vez. Hay una florería desde su lado de la pista, la florería de la calle las flores y afuera Bayly. Me pregunto si me lo cruzaré, si sería capaz de decirle algo porque es tan churro, tan churro eres Jaime. No dejo de verlo salvo unos segundos cuando pasa un bulto que lo tapa y luego ya no lo veo porque se pierde entre la gente. De pronto el tiempo vuelve a tomar forma y las viejas están llorando y todos han roto filas y mi mamá me dice, lo viste que lindo es? Pasó justo delante nuestro lentito, haciendo la señal de la cruz! Viste el papamóvil qué lindo? Viste qué contento se veía? Lo viste?

No lo ví. He llorado, he llorado sintiéndome una idiota con mi bandera de cartulina y mi no recuerdo y mi no bendición. He vuelto a la casa indignada conmigo, con el jumper y todo el disfraz y los zapatos tiesos. Todos tienen una anécdota papal que contar esa tarde, ven la tele esperando verse, están contagiados de la gracia divina. Adentro mío inicio un pleito con dios que mi mamá intentará resolver sin éxito mañana tempranísimo llevándome cargada en hombros a la nunciatura apostólica a esperar que el papa salude a los madrugadores. Digo en voz alta, frente a la sorpresa del resto, que dios no ha querido que yo vea al papa, que no vale la pena nada, aviento la bandera, lloro de nuevo indignada. Los asusto porque tengo diez años y me enfrento a los designios de arriba, porque ya que el poderoso no cumple conmigo, lo enfrento rabiosa. Dios no ha querido que vea al papa y por eso ya no quiero ver al papa ni creer en dios, eso digo pero no es verdad, por lo menos no ahora. De la manera más indecente puso la tentación delante de mí y no he podido negarme. Estoy molesta son Juan Pablo, con Jaime y conmigo porque sé que es el comienzo de una lista de pruebas de fe que iré reprobando irremediablemente. Tengo diez años y delante una vida complicada en el rubro de las tentaciones.

17 de noviembre de 2009

la niña perdida no se halla en ecuador

carla dice:
te cuento una historia hilarante?

FRANK dice:
a ver

carla dice:
mmm el orden no lo encuentro bien, pero me parece que lo que primero pasó fue que intenté descargarme una versión nueva de messenger

FRANK dice:
ajá y?

carla dice:
luego sobrevino la noche y estaba sola y aburrida así que decidí deprimirme y me agarro nostalgia por una amiga muy cercana chilena que perdi hace mucho.
Nostalgia mal, porque siempre cabe la duda de que haya muerto.

FRANK dice:
mierrrda

carla dice:
porque no aparece en ningún lado y su nombre en google simplemente no lleva a ninguna parte
y el teléfono de su casa ya fue y ni siquiera está el nombre de su hermano ni de nadie. Es un caso rarísimo.

FRANK dice:
y ahora?

carla dice:
me desesperé,

FRANK dice:
no encuentro lo hilarante

carla dice:
y ahora tengo en el facebook a un pata que fue su novio desde el 94 hasta el 97, así que conversamos mucho y el también la ha buscado sin éxito.
Entonces encontré a una persona en Ecuador llamada María Gabriela Alvear (3 de 4 nombres, faltaba el Gómez). Le comento a este tipo llamado pato y me dice, conociendo a esa loca, quizás se haya ido a vivir al Ecuador…

FRANK dice:
ajaaaa

carla dice:
Esta ecuatoriana trabaja en un ministerio y es bolivariana ya? y digo, qué cosa pierdo yo escribiéndole y le mando una carta que decía
(un segundo, la estoy buscando)
disculpe, me llamo carla garcía y soy peruana.
busco a una persona llamada maría gabriela alvear gómez que estudió conmigo literatura en la universidad de chile.
quisiera saber si se trata de la misma persona.
gracias

FRANK dice:
y?

carla dice:
bueno, sigo un rato sufriendo un poco y buscando en internet, cuando al rato me llega una carta de respuesta
De: Jorge Enrique (xxxxxx@hotmail.com)
Enviado: jueves, 05 de noviembre de 2009 5:23:10
Para: xxxxx@hotmail.com

si cómo no, encantada
uno nunca se trata de la misma persona
de hecho, la universidad de chile tiene muchas puertas, tantas que no sabemos ya
si entramos o salimos
o volvimos
maria gabriela es una prócer
constituída y recliclada
de ella aprendí del reciclaje, el malevaje y los tangos
mas no del vino
no tengo nada que defender y esperamos encontrarla
de Ud.
Is

FRANK dice:
q??????

carla dice:
resulta,
que por algún azar,
la carta hacia la ecuatoriana
se mandó a otras treinta personas al random de mi lista de contactos

FRANK dice:
jaaaaaaaaaaaa

carla dice:
algunas otras respuestas fueron
carla que te pasa?? sabes que me llamo chiky
.................
Si se llama María Gabriela Alvear Gómez -literata, nombres propios con mayúsculas- va ser que sí. Es la misma.
Disculpada estás aunque te llames Carla García.
Besos
L
............
Carla,

primero que nada, tu no eres chilena sino peruana pero, ya que hemos hecho un intercambio por el cual yo me creo peruano, te dejare ser chilena
jajajjajajajjajajajjaj
Carlitra, la unica gabriela que conozco, chilena y que vive en peru es la esposa del pata (chileno) con que trabajo. Es muy interesante y entretenida asi que si quieres tambien te la presento.
Besos

..............

y finalmente

no recuerdo haber visto este correo...
no será tu alter ego?
besos


FRANK dice:
jajajajajaja

carla dice:
es normal que a una le pasen cosas así?

FRANK dice:
no mucho

carla dice:
el resto, los que no contestaron, deben esperar verme con una camisa de fuerza oculta en una mochilita.
por lo menos fue fructífera socialmente mi noche de nostalgia.

FRANK dice:
eso es verdad

carla dice:
pero hoy llego la última,

FRANK dice:
q decia??

carla dice:

Re: una consulta‏
De: María Gabriela Alvear (maria.alvear@defensordelpueblo.gov.ec)
Enviado: lunes, 16 de noviembre de 2009 17:49:36
Para: carla garcia (xxxxxxx@hotmail.com)

Siento decirle que no soy la persona.
Saludos


FRANK dice:
poco fructifera la búsqueda

carla dice:
es cierto

5 de noviembre de 2009

frase cliché para cinta clase b, que puede emplearse en muchos contextos

se supone que los superhéroes no salen con chicas fáciles.
uno de nosotros dos no es lo que dice ser.

4 de noviembre de 2009

MARÍA GABRIELA ALVEAR GÓMEZ

así se llama lo que se me ha perdido. no he usado esta ventana para nada que tenga que ver con lo útil, pero hoy porque estoy angustiada la uso para escribir su nombre en mayúsculas por vez número cuarenta y tres y finalizar las últimas horas de búsqueda online.
no sé por qué me angustio tanto cada cierto tiempo cuando la busco en páginas de universidades, o en las páginas blancas de chile o en el facebook o incluso en el hi5. es probable que tenga que ver con que ahora estoy en contacto con el pato, uno que fue su novio y que no sabe de ella desde el noventa y cinco.
yo recibí una carta suya en el dos mil. yo vivía en nueva york y me llegó un correo suyo desde santiago, donde decía que su abuelo había muerto y que trabajaba en falabella. de hecho su correo venía de un dominio falabella. me mandaba un cuento y decía que había aprendido a escribir distinto y pedía que lo leyera y le escribiera de vuelta. ni uno ni otro. un día cambié de vida y de correo y yahoo borró mi dirección vieja como si en realidad uno pudiera deshacerse del todo de antes. con la dirección, la carta, el correo y el cuento de la gabriela.
no me ha importado durante años. no me preocupó ni siquiera a sabiendas de que gabriela es media loca y media hija de puta. ahora vengo a angustiarme a media noche pensando que la hija de puta no fue ella y no me acuerdo ni siquiera de la última vez que nos vimos, ni sé si me despedí al volverme a vivir de santiago a lima. tampoco contesté la carta del dominio de falabella ni leí el cuento.
por si esos milagros de la vida ocurren en serio, paso a describir a la persona, que no es la misma gabriela alvear que vive en ecuador, ocupa un puesto de gobierno y es bolivariana.
gabriela alvear, la mía, vivía con sus abuelos en san bernardo. mide un poco más que yo y tiene pelo y ojos negros. viste como vieja y siempre lleva libros de apuntes. no dice su edad nunca. tiene un hermano llamado juan josé que tampoco aparece por ningún lado. su papá, de quien casi no hablaba, vivía en un lugar llamado gorbea, quizás dónde. su mamá, de la que nunca habló, vivía en santiago. tenía unos familiares en un lugar como un bosque, llamado las vizcachas al que fuimos un día el pato, la chata, gabriela y yo, a pasar el día. gabriela se gileaba a mi abuelo ángel, le decía don ángel, DON ÁNGEL, porque su voz suena así como un trueno, y le hablaba de música clásica y leía libros de la historia del perú para meterle floro y citaba las tradiciones de palma para él. tocaba sambas argentinas en la guitarra y cantaba canciones de parra y fumaba una cartón cada diez minutos, para mi mamá. competíamos entonces por hombres, salíamos al bar de la esquina y la pegábamos de adultas, de cultivadas, de mundanas, escribiendo veinte párrafos en una servilleta en las lanzas o en el café dante. comíamos congrio con puré, tomábamos vino. VINO, CARRRRRLA, así me ha dicho por tres o cuatro años afanándose por no sonar chilena. la GARRRCÍA, decía, se volvió loca, y me veía tirar cosas por la ventana del segundo piso, cassettes de cassettes, comics, y no me detenía sino me alcanzaba cosas para tirar y no cortarme el trance creativo. un día mi mamá overdoseó por error al abuelo y el señor de casi noventa años cavó una zanja delante de su casa de san beca. su abuelo.
gabriela miente. angélica y yo lo sabíamos desde el comienzo pero su mentira permanente es un encanto y provoca quedarse ahí creyéndole.
no estoy segura de que se llame así, ni de gorbea ni del hermano juan josé. a mí me decía que antes de entrar a la escuela de literatura había estudiado matemática pura, o medicina, dependiendo del día, y refrendaba su mentira sobre servilletas. después dibujaba y contaba historias de arte, hablaba en idiomas poco conocidos y desaparecía semanas.
no se cómo he dejado pasar dieciseis años, pero ahora me es urgente ubicarla. lo pongo aquí porque siempre hay alguien que sabe más que una de motores de búsqueda y cosas así, o porque tengo ganas de que la señorita alvear sepa de éste blog y lo lea aunque haya guardado silencio todo éste tiempo. quiero que me vuelva a mandar el cuento que me mandó en el dos mil y quiero que sepa que uno de sus cuentos me lo traje a lima en una servilleta, lo reescribí y fué un éxito entre mis amigos y vecinos. de hecho gané 300 dólares en un concurso de instituto gracias a ella.
si aparece se los doy.

16 de octubre de 2009

detallitos de familia

Éste no es un secreto pero es una de esas cosas que una no debería comentar, no sé por qué. jiji.

Un día de febrero de 1975, antes de que las células madre estuvieran de moda, antes de que un señor plastinara a un grupo de chinos e hiciera una muestra itinerante y mucho antes de la desaparición del útero y el pulmón, mi mamá decidió que era una buena idea guardar un cordón umbilical para el recuerdo.
Como era mi mamá, o quizás porque yo gritaba y le quitaba mucho tiempo, no puso empeño ni encontró un rincón especial para salvaguardar ese pedacito de nosotras. Lo dejó sujeto al gancho ese que ponen en la clínica y lo metió dentro de la bolsita de celofán que envolvía una cajetilla de Ducal. Después lo tiró en algún lado.
A veces, cuando se hace limpieza profunda y se registra los cajones, aparece el ombligo, que es como una especie de pajita sujeta por una pinza plástica. Mi mamá suspira qué lindo y yo me impresiono de cuán útil puede ser como protector ese plastiquito transparente de los puchos que tiene ya más de treinta años enmicando charqui de mí.
Nadie sabe qué significa, ni por qué mi mamá lo guardó y ni siquiera dónde diablos está. Sólo aparece cuando pido que me alcancen el original de un diploma o busco una foto del abuelo, de un lado a otro de la casa. Una tripita y un gancho dentro de una bolsa que han sobrevivido a los apetitos de varias mascotas.

1 de octubre de 2009

el estigma de chip

Tengo semanas encerrado. No sé bien qué he hecho pero recibo castigo rodeado de barrotes, vivo literalmente dentro de una jaula de metal. El que me acompaña no dice nada, se pasa el día ejercitándose como si tuviera algún plan. Ha llegado hace muchos días y tiene un aire al anterior. De hecho, los poderosos lo llaman como al anterior.

Durante el día intento no moverme mucho porque me sé observado. El otro le da vueltas a la rueda y duerme en la esquina que le he dejado. En una esquina el nuevo, en otra el lugar de comida y bebida, en la tercera la rueda y en la cuarta duermo yo casi todo el día.

Los poderosos me alimentan con bastones anaranjados que introducen por los cuadrados que se forman entre las rejas. Yo recibo la comida y la escondo bajo la viruta, que aunque huele terrible a orines, me permite separar mi comida de la del otro. El otro recibe los bastones naranjas, los devora veloz y luego esconde la masa dentro del buche. Ese es un espectáculo que gusta mucho a los poderosos.

No entiendo muchas cosas. Durante el día tengo sueño y me ando con cuidado. Hay días en que los poderosos abren la puerta de mi prisión y me sacan para interrogarme. He llegado a reconocer a una poderosa de menor tamaño al del resto que me sostiene entre sus enormes manos cada cierto tiempo. He sentido ganas de atacarla varias veces, pero algo me dice que el suministro de bastones anaranjados depende de sus designios. No siento nada por ella, como no siento nada por el otro, ni por el día, ni por los bastones que guardo debajo de la madera hedionda. Sólo espero.

Mientras hay luz guardo energía y cierro los ojos. Repaso escenas que no reconozco pero que siento que he vivido, varias veces. Repaso y siento que he vivido varias veces lo que repaso una y otra vez. El nuevo esconde la pasta de bastones en los cachetes, corre girando en la rueda chirriante como si necesitara mantenerse fuerte. Yo que tengo mucho tiempo dentro, sé que hay que mantenerse alerta. Esperar a que la luz baje, a que los poderosos se alejen como todos los días y entonces comenzar el ataque.

Asustar al nuevo, amenazar al nuevo, correr detrás del nuevo. Hacerlo gritar una y otra noche durante horas. Así días, hasta que los poderosos ya no escuchen los gritos. Entonces hacer lo mismo que con el anterior Dale y el anterior, al que también llamaron Dale. Finalmente limpiar las pruebas, esconderlas debajo de la viruta. Descansar, esperar a que despierten los poderosos y cuando se acerquen actuar de manera normal, como si en esa jaula siempre hubiera habido una única ardilla. El resto es esperar unos minutos a que traigan al nuevo y lo bauticen como a sus predecesores, rápido antes de que la poderosita se despierte.

27 de septiembre de 2009

sólo sentirás como un pellizco

De la yema de ambos índices, de la vena del antebrazo izquierdo y del antebrazo derecho, de ambas orejas y una vez de la pierna.

Desde la parte interior del codo, desde dorso de la mano, desde el antebrazo, desde alguna vértebra entre la veinte y la treinta y desde una vena que aparece en el pulgar.

El párpado, la barbilla, el brazo, las yemas de los diez dedos de la mano y la nariz.

En las nalgas echadas y de pie, en el antebrazo, en las orejas y en la planta del pie.


Respuestas domingueras a: Desde dónde me han dormido/ Dónde he sido cosida­­ / Agujas / De dónde me sacaron sangre

18 de septiembre de 2009

arquero jugador

finalmente estoy aprendiendo a manejarlo, tapar y jugar al mismo tiempo.
arquero era lo primero que yo pedía porque el arquero puede usar buzo negro con guantes y tocar la pelota con la mano. ese era entonces bajo cualquier lógica, el mejor puesto de la cancha. que toli sea arquero jugador, decía el gordo, y yo caía todas las veces, probablemente una por semana, y me creía íntegra su generosidad y hasta le sonreía cuando ya estaba parada en el arco segundos antes del primer puntapié.
apenas el gordo o cabeza de manzana o martín le metían una patada a la pelota, ya yo entusiasmada hasta el babeo soñaba con volar para atajarla como había visto en la tele tantas veces. pero toli, que era yo, no solo era una chica chica sino muy poco voladora como para el trabajo, y entonces salía del arco a debatirme la pelota con los amigos del barrio del gordo que le tenían aún menos respeto a mi género que mi propio primo.
Me fauleaban, ahora que no soy más toli puedo decir que me fauleaban, porque no es posible que yo haya sido tan torpe. Yo jugaba en la cancha recibiendo golpes y pensando en decirle a mi mamá, pero eso me hacía menos barrio que cabeza de manzana o martín, incluso menos barrio que el gordo, entonces no le decía a mi mamá nada para conservar mi esquina, mi arco y mi derecho al juego.
Ahí me paraba toda pava cada vez que alguien proponía pichanguita, sabiendo que sólo teníamos un arco y que el partido carecía de score y sólo era un buen motivo para masacrar a toli que era una metiche en los juegos de los chicos de Pablo Bermúdez, que casi todas las veces definían por penales. Ahí me paraba atenta, con el codo despellejado y llorando para adentro a recibir letales cañonazos chutados por faites de ocho años.

25 de agosto de 2009

delirios autorreferentes

empezó como una peca, una cosita que una mañana me levanté y al verme al espejo estaba ahí, callada, chiquita. no me hizo ningún problema, tengo en la cara tres cicatrices pequeñas, tres lunares en línea y una venita en el labio superior que hace que la gente piense que llevo puesta un poco de mugre y me lo haga saber.
poco tiempo después, fue creciendo. no sabría explicar hacia qué lado pero cada vez iba haciéndose más evidente, peor cuando no tenía espejo cerca. las pecas se ven en el reflejo, pero se ven mucho mayores cuando uno las imagina. mi peca por ejemplo, un día hizo su aparición dentro de mi campo visual.
en la casa la tele, el perro y la peca. en el trabajo la compu, la ventana y la peca. en el supermercado la góndola de conservas y la peca. manejando, qué peligro, todo el tiempo la peca delante del timón. la peca en la salud y en la enfermedad.
el dermatólogo ha dicho que se necesitaba únicamente un leve piling sobre la mancha. sacó un hisopo, me lo puso en la nariz y dijo te duele y yo dije no, dijo ahora y yo dije no, dijo cuándo te va a doler y yo dije no sé. después detuvo el efecto de lo que sea que tenía el hisopo con un algodón con antídoto. me dijo que en pocas horas tendría una leve mancha marrón como quemadita y que en unos días no volvería a saber de la peca. eso hace una semana.
la mancha marrón se tomó varios días en aparecer, tiempo que yo pasé en su mayoría frente al espejo esperándola. estuvo marrón, más marrón y muy marrón. durante el tiempo del oscurecimiento no pude prestar atención a casi nada que no fuera la conciencia de la mancha en la nariz. tuve tres reuniones de trabajo, fui al teatro y vi dos películas. de eso no ha quedado nada.
desde hace treinta horas tengo una banderita de cuero ondeándome en la nariz. espero que todo pase a ser historia pronto.

21 de agosto de 2009

La descarriada for dummies.

Soy hija de la coyuntura y en la casa cuando era chica yo era carlita en el mundo de los grandes y punto. No había hay que llevar a la niña al parque a diario ni preocupación porque yo pasara demasiadas horas frente a la tele. Así fueron los tempranos ochentas para mí y para muchos. La diversión consistía entonces en sacarle la vuelta a las actividades de adultos a las que me llevaban porque no había con quién dejarme. Fue así que me introduje en el mundo de la abstracción mientras asistía a la católica con mi mamá, aprendí a bailar vals con el tío Alberto que era el hermano de la abuela, velé varias fotos cuando quería salir desesperada del estudio del abuelo minutos después de rogarle que me enseñe a revelar fotos y chiflé con Frágil en el Teatro Leguía con la tía Giovanna en el 82. La verdadera educación integral estaba ahí porque se articulaba solita.
Ahora los chicos son el centro de todo y los llevan a puros lados de chicos divertidos. Por eso y porque él nunca tendrá que marcar 150 veces los seis números de Studio 92 para escuchar una canción horas después, envidio a mi hermano pequeñito (que es brillante y guapísimo y no porque lo diga yo).

Mi mamá hablaba en voz alta de las maravillas de la ópera. Teníamos un disco amarillento de Pavarotti que yo ponía en el tocadiscos y daba de alaridos al lado de la voz del gordo en mi italiano de ocho años. Anotaba la fonética de las canciones en un cuadernito y no paraba hasta aprenderla para que después que carlita cante una furtiva lágrima, que carlita cante la donna e móbile, y ahí iba carlita avergonzada y después de haberse hecho rogar horas, a cantarle a los grandes en el comedor. La coyuntura me hizo lorna.

Ibámos a la pajarera del municipal a ver la ópera o el ballet o berioshka o los chalchaleros. Como la circunstancia era esa y no otra, uno de mis primeros amores de infancia fue un chalchalero bizco que tocaba el bombo. Suspiraba por Federico Moura de Virus como por Pavarotti y moría por verlos alguna vez.
...............................

Para entender la ópera en vivo primero hay que ir, sentarse y comprar el folleto de cinco soles repleto de erratas que ofrecen unas señoritas. Ahí uno puede ver las fotos de los actores cuando eran guapos y flacos, como también leer un poco del guión de la obra que, voy a ser franca, no se capta a la primera. De ahí sigues sentado y con el último timbre empieza la orquesta a sonar y como por arte de magia tu eres parte de todo eso como un instrumento que no se escucha pero está. Entonces se abre el telón.
Lo que sucede a continuación va mas o menos así.

Violeta es una juerguera mal que vive una vida disipada y tiene un huevo de amigos divertidísimos que bailan y chismosean de lo lindo. Ella, con su peinado malísimo y su copita en la mano, es La Traviata. Gilea con uno y otro hasta que llega Alfredo, que dicen que es un joven pero en realidad es bastante adulto y gordo para mi gusto y si yo fuera la descarriada de esa específica obra, jamás le hubiera dado pelota. Alfredo le ofrece amor, ella acepta y abandona el mundo divertido para irse a vivir al campo con su novio. Después el suegro de Violeta, que está sustancialmente más bueno que el redondo que hace de galán, se mete en la trama y ella huye del amor de su vida so pretexto de por el bien de él. Otro día se encuentran en una fiesta y Alfredo la trata como a una basura. Ahí termina el segundo acto.

Hasta aquí cuántos errores cometió Violeta? Dejó a sus patas, se metió con el tenor Alfredo en lugar de con el barítono de la barba, se dejó afectar por el floro de éste último y se las dio de fugitiva dejando que el gordo piense que es una perra. También fue a una fiesta sabiendo que el nuevo gil y el ex se encontrarían, la muy buscapleitos. Todo eso sin mencionar la falda blanca con zapatos negros que usaba en la escena del campo.

En el tercer acto Violeta se soltó el pelo por fin y yace en una cama con su sierva Aninna. Le queda media hora de vida porque está tísica y como si no tuviera de qué preocuparse, sigue pensando en que Alfredo irá alguna vez a verla, cosa que pasa pero como diez segundos antes de que Violeta muera. Eso es.

Cuando Violeta se muere, muchas de las señoras que han sacado a sus mascotas del closet para lucirlas en los hombros como sacándole la lengua a PETA, se van rápido y sin aplaudir en una carrera contra no tengo idea de qué. Uno se queda ahí, pensando en la acústica del sitio, en si los músicos del foso (cuántos serán, estarán en jean?) están contentos con su perfo. Repite en la cabeza el brindis de Alfredo en la primera fiesta y el momento en que Violeta le ruega que la ame por siempre en la casa de campo.

Después solo queda afilar la lengua para rajar del vestuario y secarse los ojos para que el resto no note que cada vez que las más de treinta voces del coro intervinieron en conjunto, uno estuvo llorando a gritos. Te odio, Verdi.

11 de agosto de 2009

En honor a la verdad yo hubiera tenido que decir esto hace mucho, pero una se anda con cuidado en ciertos temas.

Por ejemplo yo trato de nunca mencionar en reuniones sociales que la cortina de la ducha y la luz del baño se juntan para hacerme un teatro de sombras por las mañanas. Por eso perfil de señor viejo con cara de hacha, mitad de oso hormiguero y anguila tomando siesta son los únicos que saben que a veces me quedo hasta que el agua se pone helada o que hay días en que me lavo el pelo dos veces por andar distraída mirando la cortina y la pared.

De esas cosas paranormales me pasan miles, pero como me desenvuelvo en el mundo de lo académico con tufo a ciencia, prefiero no decir nada a fin de conservar el Orden.

De cualquier modo no puedo cerrar los ojos frente a ciertas manifestaciones especiales comprobables. Digo esto porque estoy casi segura de que si invito a alguien a ducharse a mi casa la cortina se queda callada justo ese día.

El sillón lo compré en el 2004 en una barata de falabella. En aquel entonces pensé que mi situación económica mejoraría a mediano plazo y yo accedería pronto a muebles que no fueran beige o incluso a muebles en su precio real. No fue así y los muebles se mudaron conmigo de casa en casa hasta su residencia definitiva.

El perro nació un 4 de agosto del 2006 en cusco, como producto de una relación incestuosa entre su abuelo y madre, o padre y hermana, como quiera verse. Llegó a la casa ya cuando el sillón estaba poniéndose mugre como producto de los años y mi descuido. Lo tomó como suyo apenas tuvo tamaño para treparse y zambullirse en los cojines.

Un día el sillón y el perro se habían mimetizado. Desde entonces parece que el perro siempre está echado en la sala (incluso cuando ha salido a pasear) y que el sillón de la sala duerme en mi cama.





(se agradece a abi por las fotos tituladas: trabajo de profundidad de campo).

6 de agosto de 2009

Cosa rara, habíamos confundido las fechas o las horas y estábamos ahí sentadas en un auditorio del Reina Sofía esperando a que empiecen los videos de Wegman llenos de perros rubios que hacen figuras y se echan en el suelo formando números y entran y salen de encuadres. Uno de esos perros salió en un video de new order, aunque no podría asegurarlo. Me parece que razones sobran.

Cuando apareció la señorita que debía presentar a capella los videos de perros y dijo que bienvenidos al ciclo de largometrajes inéditos, recién supimos que lo habíamos confundido todo, pero ya estábamos ahí y presentábamos síntomas de cansancio como son patas de tamal y rodillas que suenan, por lo que nos quedamos a ver qué nos deparaba el futuro.

Hoy tenemos al director Albert Serrá, que nos presentará su primer largometraje (del nombre no me acuerdo). Entonces aparece el señor Serrá y toma la palabra, esta vez con un micrófono totalmente innecesario dado el tamaño de la sala y la cantidad de asistentes.

Hola, bueno, er, hoy voy a presentar mi primer largometraje que nunca fue estrenado ni en salas comerciales ni en ningún lado, porque lo hicimos unos amigos y yo en un tiempo record y casi sin equipos y todo lo hicimos sin técnica, ni guión, y sólo queríamos divertirnos y eso fue lo que hicimos. Los que han venido seguramente conocen mis otros dos largometrajes que sí fueron a salas comerciales y pues éste primero no, porque en realidad es como un juego y de hecho no sé si valga la pena que exista o nó, o si debe estar vivo y yo debí en algún momento destruirlo en lugar de presentarlo aquí, porque en realidad no es nada y a mí francamente me pone a dormir y no me parece para nada bueno y ya, pues aquí lo tienen. Definitivamente no va a quedar en los anales de la historia del cine, pero vosotros lo veréis y decidiréis si es bueno o malo, aunque una vez en Rótterdam lo pusimos al lado de la película de un tal Córdova que yo no ví, pero los dos que iban conmigo y vieron la de Córdova me dijeron que la nuestra era muy superior que la suya y eso me puso contento. Estoy sorprendido con la cantidad de asistentes que hay aquí (unos 25), porque supera la cantidad de personas que vieron mi última película durante la primera y única semana que estuvo en las salas comeciales. Esto que digo es cierto y bueno, espero que la película os guste, porque yo no sé si debí mostrarla, y ya. Creo que eso es todo, bueno, los dejo con la película. Gracias. Ya.



Así empezó la película que no tenía nada que ver con weimaraners y yo cuento esto porque necesitaba mencionar que tengo un tema con los artistas y es que me sorprenden todo el tiempo con las cosas que hacen y dicen que no tienen nada que ver con su obra.
Por otro lado, quizás no debí poner el verdadero nombre del director. O quizás sí, como diría él mismo.

27 de julio de 2009

Un color



He caminado las calles a riesgo de derretirme y volverme nube sobre ellas. El sol revienta sobre las cabezas apenas sale, sin discriminar. A todas horas la plaza me espera y transito siguiendo el olor a frito que amanece muy temprano. Me acompaña mi madre y esto es lo más lejos que hemos llegado juntas y a la vez no. Reniego del calor, del exceso de ropa y veo las mujeres cubiertas al mismo tiempo que intento entender sin éxito pero también defiendo, no entiendo mucho pero defiendo. Comemos, ella tagine y yo cuscus. Está feliz con un plato que parece papas con mermelada de tomates, yo estoy feliz con cada coca cola zero que aviento al buche. Huele distinto por el aceite reciclado que vuela, aunque pensándolo un poco aquí nada vuela, todo se suspende en medio del calor. Estamos suspendidas dentro de los muros rosa.


Cada vez que he cruzado la pista me he visto amenazada de muerte por decenas de motos y algunos caballos. Hiede, ese es el verbo que se usa cuando un mal olor es sometido al sol de medio día pero a lo largo de quince horas. Vamos por los zocos, nos metemos alevosas en mercadillos repletos de baratijas de lata, cuero de camello y alfombras. Los que hacen bailar a las cobras piden plata apenas uno da una ojeada a la escena. Las cobras son animales pequeños que casi no se ven sobre el suelo de Jamma El Fna. Son negras y se ven menos feroces cuando están a menos de dos metros, enrolladas y dejándose llevar por el ritmo. Las mujeres unos metros más allá, quieren pintarme las manos y los pies con henna. Ellas no saben que dentro de mi esquema de cómo morir de calor, el siguiente paso sería aplicarme barro sobre las extremidades y dejar que seque. Trato de sobrevivir estos tantos grados con gaseosa helada y buscando la esquiva sombra. El cuero de camello agranda su aroma segundo a segundo. Es cuero de bisonte, cuero de elefante, cuero de mamut, de dinosaurio.


No hay alcohol en la medina, tampoco cigarrillos. Cada cierto número de metros, siempre cerca de Jamma El Fna, se sienta algún tipo a vender cigarros sueltos con nervio de traficante. La koutubia es la torre de una mezquita que está cruzando la pista, saliendo del Hotel Islane. Todo pasa entre la Koutubia y Jamma El Fna.


Paso por las calles de ese mercado inmenso. He aprendido a no mirar nada fijamente para evitar la invitación al regateo de los vendedores. Paso y dicen María, a ver si consiguen alguna respuesta. Avanzo algunos metros. Ha habido momentos en que hemos dado vueltas a los mismos zocos muchas veces, pero prefiero no comentárselo a carla grande. Es probable que ella piense lo mismo. Carmen, dice uno. Español?, italiano?, una se esfuerza por no mirar. No son tan guapos ni tan oscuros como esperaba. María, Carmen, la que habla español o inglés, no les da ni media pelota.


Estoy esforzándome en guardar en la cabeza cuantos datos pueda. Babuchas, lámparas, la mano de Fátima, mucha menta, el olor a empanada frita, los dírhams, el color rosado de todo, el humo. Andalucía, grita uno que me cae mejor. Andalucía ya viene siendo una mezcla entre hablas español y eres de los nuestros. María, Carmen, Mari Pili. Maja, guapa, dicen los más avezados. Si me dan a escoger, María o Carmen. Nunca Mari Pili y menos Martha, como un pobre infeliz que no iba a vender absolutamente nada con esa actitud, me gritó. Todos quieren jugar al regateo, al coqueteo de unos dírhams mas y unos menos, en medio de ese olor a carne refrita. La ciudad es un oasis en medio de nada, envuelto en celofán rosa y sometido a un foco térmico permanente. Cada cierto tiempo escucho un tipo gritar algo que podría ser una oración desde los parlantes arriba de las torres de las mezquitas.


Por la noche la plaza se llena de quioscos de comida, carretas que ofrecen jugo de naranja, cobras, monos que salen de cajas para hacerse fotos, músicos, cuenta cuentos, y todo lo de Marrakech que dormía esperando la llegada de la noche, aparece. Nosotras seguimos caminando por los zocos en busca de algo para llevarnos. Comemos y un mozo llamado Anuar nos atiende como si nos adorara. Caminamos. Cada cierto rato María, mujer peruana con poca tolerancia al olor a aceite, se apena de que dentro de los enormes muros rosa, no vendan cerveza. Su madre Carmen, quisiera que el hotel quedara más cerca para poder fumar libremente sin darle una cachetada a las costumbres marroquíes. Caminan entre gritos de maja, de guapa, de aquí, mira, más barato. Español?, Italiano? Martha?


Ya las paredes de Marrakech han quedado atrás. Atrás los jardines de la menara, la kashba, los zocos y el jugo de naranja. Para revivir el olor, hemos vuelto con babuchas de cuero de camello que una vez puestas son de mamut y de dinosaurio juntos. Hemos vuelto del desierto y sin importar por qué, yo fui un día la mejor mujer de la Medina. Dentro de esos muros rosa no hubo una mejor que yo. Soy Carmen y soy María y soy Maripili, pero no Martha.

23 de julio de 2009

los guardianes

En el planeta tierra nos hemos creado a base de golpes una especie de orden que se divide en sub órdenes y en unidades más chiquitas. Hay arriba y abajo, izquierda y derecha, brújula, organigrama, eje equis y eje i griega, también llamado eje ye, dependiendo del continente o el humor del momento. Así son las cosas aquí abajo. Sin embargo cuando uno vuela, todo se desordena.

Apenas uno se sube a un avión, cualquier concepto propio del orden va directamente a la papelera de reciclaje. La panza sube y baja a su antojo, los oídos se tapan porque sí y uno está condenado a mirarle la coronilla al pasajero de adelante, además de escuchar durante horas los berridos de los hijos ajenos, personitas que saben bien sacarle el jugo al caos inter aeroportuario. Es eso sumado a la condición de conjunto cero que las señoritas azafatas le endilgan a uno apenas ingresa al pájaro de acero.

Si en el mundo terrestre uno paga a alguien por un servicio, puede aventurarse a solicitar una buena atención a cambio de su dinero. En el mundo aéreo en cambio, uno pasa inmediatamente a ser el subordinado de las regias señoritas que muy al peinado y el taquito deambulan empujando cajas con ruedas que contienen tortellinis que no contienen nada. Ellas son las amas y señoras de ese mundo que es una burbuja que se transporta de un lado a otro mientras el chico de adelante no para de dar alaridos y el de atrás no para de arrancarte los pelos. La señorita, que no te quiere de gratis y de normal, te odia si le pides más café y te aborrece si le comentas que tus audífonos no funcionan. Espera a que te duermas para darte un lapito y entregarte los tres papeles que debes llenar y luego muy pocas veces usas. Te amonesta por el cinturón, te abre la ventana porque su protocolo así lo establece y de ninguna manera te dará una almohadita extra. Ese es su mundo y ahí rulea, entérate.
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Yo no ví Watchmen en el cine, ni contigo ni con nadie. No lo hice simplemente porque un orden nuevo que me he planteado, establece que debo deshacerme de ciertos vicios, como por ejemplo el de invertir grandes cantidades de dinero en historietas, gran cantidad de tiempo en leerlas y demasiado tiempo de sueño en fantasear con superhéroes. Por eso en el viaje de ida vi una de mujercitas y durante las primeras horas del viaje de vuelta vi una del chico phoenix que tiene labio leporino, que era depresivo y se enamoraba de gwyneth palthrow aunque a su mamá isabella rosellini el asunto no le hacía demasiada gracia. Terminada la peli me dormí, hasta que la señorita que nos cuida, nos alimenta y nos da órdenes desde su investidura de Lan, pisó el pie de mi mamá que dormía en su asiento al lado del pasillo y nos despertamos ambas para ver la cara de molestia de la simpática fly attendant. Después me paré, fui al baño y de regreso pensé que podía solicitar el snack que ofrecieron a viva voz por el parlante, pero sentí miedo de importunar a las jefas y volví al asiento a amarrarme voluntariamente.

Vuelvo a que en el aire el orden se subvierte, se revierte, se invierte y súbitamente estoy poniéndole play a los guardianes, muerta de saliva mental y sed bucal, que así son las paradojas de la vida. Al minuto cuarenta y cinco la pantalla va a azul y el piloto nos cuenta que estamos a quien sabe cuantos pies de altura recorriendo el cielo a quien sabe cuantas millas por hora. Lima está a equis minutos y la temperatura actual es de bla bla grados celsius. Mmmm. This is your captain speaking, we are now flying over the andes… Mmm. Exactamente ocho minutes después, el capitán de la nave cierra la boca y puedo volver ordenadamente y sin chistar, a ver la peli.

Me congelo, ya me he puesto el antifaz en la nariz tratando de derretir el adoquín. Estoy envuelta en la mantita que no podré llevarme gracias a los sensores de plástico que ahora les ponen y a mis valores, por supuesto. No pido que suban la temperatura del avión ni un punto porque aparentemente las vigilantes están cansadas y han decidido someternos a su frígida indiferencia. El capitán informa en la pantalla azul que en breves minutos llegaremos a Jorge Chávez. Luego informa que en breves minutos llegaremos a Jorge Chávez, en inglés. Falta poco para que termine la película y yo me entregue nuevamente de lleno al mundo de la ficción, una vez pisada mi peruana tierra.
Pocos minutos para Lima, pocos minutos para el final de la historia. Corro contra el tiempo, pero lo hago como loquita sentada envuelta en trapos y con una emoción de adolescente de nuevo. Entonces el capitán vuelve a poner mi pantalla en azul e informa que las guardianas pasarán en ese instante a recoger los audífonos, y luego lo informa en inglés.

El orden del aire ha ganado. Una fuerza superior ha decidido que yo no vea los últimos seiscientos segundos de la película que podría haber cambiado el destino inmediato de mi vida. Me bajo, no sin antes agradecer, y retomo la realidad.
Una última cosa: quién vigila a los vigilantes?

13 de julio de 2009

madrid en julio

y entonces, un poco con la lengua afuera, alcancé a levantar las bolsas repletas de cosas y le hice una seña al primer taxi libre que ví. Éste paró, abrí la puerta malabareando mi pesada carga y amenazando un poco en ese ejercicio a un ciclista que recorría la gran vía. pasé y me senté. dije a metro metropolitano por juan veintitrés y escuché que me respondieron, bueno.
ESTO VA A TERMINAR CON NOSOTROS, fue lo segundo y último que dijo el taxista de bigotes, y yo no dije nada más.

30 de junio de 2009

sábado:

nos hemos levantado muy temprano hace varias mañanas.

hoy por fin el rodaje ha empezado y el equipo se conoce, los actores se conocen. el perro y el primer actor se hacen mejores amigos antes de que el desayuno finalice. salimos a buscar la primera escena.

el acantilado es marrón, gris y verde sucio. los de la producción vestimos mucho negro. el actor viste marrón y el perro es blanco como un algodón obediente de tres kilos.

Escena uno, toma uno. ensayemos la toma. sostén la bolsa negra en la mano, ponte triste, mira el mar desde lo profundo. después respira y lanza la bolsa así. así, así. una vez más, así. entiendo, tengo la bolsa en la mano, me entristezco, miro al mar en lo profundo y la tiro así. la bolsa vuela de entre los dedos del actor y rueda acantilado abajo trazando una diagonal entre el equipo y el mar. todos gritamos porque finalmente no tenemos otra bolsa para hacer la escena, entonces la bolsa nos escucha y detiene el ruedo. alguien del equipo baja y la trae de vuelta. alivio, escena uno, toma dos.

necesitamos que el interior de la bolsa no ruede así, no podemos perder el sleeping por un descuido tonto. por eso saco de la mochila una pashmina negra y ato el saco de dormir antes de meterlo nuevamente a la bolsa plástica negra. ensayemos.

sostén la bolsa negra en la mano, ponte triste, mira el mar desde lo profundo. después respira y lanza la bolsa así. lógico, ésta vez no va a rodar amenazando con perderse. así? la bolsa vuela, cae, rueda, rueda, rueda. todos gritan, yo adopto esa pose maricona mía de no mirar.

la escena uno, toma tres, tuvo que empezar bastante luego, cuando conseguimos seis nuevas bolsas negras y cosas con qué rellenarlas que carezcan de valor sentimental. la última vez que ví mi chal negro con olor a mí, abrazaba sospechosamente un sleeping naranja y se les veía muy dispuestos a perderse en arrumacos peligrosos, envueltos en su bolsa negra. la última vez que ví la bolsa negra, flotaba chocando contra las peñas que sostienen el mar de grau por el acantilado, camino a la herradura.

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simón el marisquero y su perro chetu debieron haber bajado al amanecer el empinado caminito por donde todo rueda con facilidad, hacia las rocas que con antojadizas formas se zambullen en la costa chorrillana. no han conseguido mucho, simón porque el mar no ha sido generoso y chetu porque no encontró perros con los que mecharse y ya casi es hora de regresar.

justo en el momento en que chetu percibe en el aire el perfume de una perrita amorosa cerca, simón recibe del mar una bolsa negra y su contenido sorpresa. algo así como un edredón naranja acolchado amarrado por varias vueltas de tela negra no pueden ser otra cosa que un amuleto regalado por el azar. mete nuevamente las cosas dentro de la bolsa. respira, abraza la bolsa y mira el mar desde lo profundo. media hora después, encuentra un banco de mariscos de todo tipo, que será su secreto y sustento por las próximas semanas. vuelve feliz a su casa y recupera la admiración de sus vecinos y familiares, a los que agasaja con regalos y paseos a plaza lima sur con su pollo a la brasa más.

la bolsa y su amarre misterioso llevan alegría y prosperidad a la via del marisquero y chetu, muy popular desde el sábado entre las perras independientes y reconocido como el pekinés más faite del barrio.
que así va la vida.

16 de junio de 2009

La marca maybelline -que no será lancome pero está en cualquier supermercado ahí al lado de la caja, justo después de que una ya se vió en algún malvado espejo detrás del mostrador de quesos-, ha lanzado al mercado un producto de esos que reemplazan cosméticamente al placer. Algo como el azúcar sin azúcar para mí en el feliz mundo del dulce, algo como el chicle o el parche anti tabaco en el mundo de mi vieja, pero aplicado al mundo del cacharro. La vil apariencia.

Todas las mañanas debatirse entre la belleza natural, si acaso la hay, y la tentación del rimel y la chapita piola. Entre ser buena o mala hoy, gorda o flaca.

Cuando salí a la Grau muy temprano rumbo al trabajo hace pocas horas, ví a lo lejos a un conocido cercano cruzando la pista y me dije es Javier, hace mucho que no lo veo, pensé que simpático, es Javier después de tanto y qué cortés yo, habré de saludarlo ésta mañana como para empezar el día creando un ambiente de amistad y buena onda barrial. Entonces le di el golpe milimétrico especial mío que le doy a la bocina para que suene como que el auto tose, pero no me escuchó. Lo dí una segunda vez, pero nada, todo en paralelo a una sonrisa enorme y la mano fuera del auto lista al saludo. A la tercera vez que mi auto tosió, Javier volteó y pude leer fuera mierda que salía de su boca justo cuando sus ojos se encontraban con los míos y mi sonrisa y mi mano que ya se alejaban hacia un día de trabajo atroz.

Decisión tomada, hoy mala, gorda y bella al natural, estado también conocido como un poco fea.

Vuelvo a que un rato después de mi feliz encuentro con Javi, me veo de reojo en un espejito del super y caigo en cuenta de que luzco peor que varios kilos de chicharrón con pellejo en oferta. Entonces me acerco al mostrador de maybelline a pedir auxilio cuando la señorita que atiende, que evidentemente me ve rascuache porque orienta en una mi atención hacia una canasta con productos rebajados, me da un tubito que parece un delineador pero que tiene una especie de hisopo opuesto a la punta. Yo, que no tengo otra brocha que la palma de mi mano ni aplicador que no sea mi índice derecho, le pregunto de qué se trata. Es el nuevo producto, un delineador que después se difumina para darle el look fumada que está tan de moda. Pregunté el look qué y contestó fumada.
Sesenta y cinco soles por un producto de belleza que me haga ver fumada sin fumar, a las once de la mañana camino al agujero negro que es mi oficina. Se me ocurre una manera mejor de invertir esos veinte cocos, salir de mi oficina y obtener el look de moda de un sopapo, pero me quedo callada porque soy muy decente.

1 de junio de 2009

el primero de junio

Yo nunca he estado casada. Enamorada, idiotizada, juntada varias veces, pero casada ni una. Según algunas revistas soy del colectivo de las que todavía no se han casado pero se las arreglan para ir por la vida disfrutando su soltería. Todavía no pesco, dicen las revistas, pero voy por ahí con sonrisa de idiota y con la caña de pescar profesional en la maletera, haciendo como que me divierto y sacando la carnada de cuando en vez por si las moscas.

Me quedó clarito muy temprano que no había que estar casada para hacer hijitos, pero aun así no me he animado a fabricar uno hasta ahora. Por eso tampoco sé como es ser la mamá de alguien salvo de mis mascotas que se descomponen a los diez días de llegar a la casa. Llega un perro fino y de nobleza y en ciento sesenta y ocho horas es una piltrafa babosa que sonríe, incapaz de asumir su papel animal el resto de la vida. Los malogro, los mariconeo, dijo una vez un tipo con el que gracias a dios no me casé. Uf, pero me adoran y saben bailar las canciones que les compongo y dan beso y se sonríen al verme, y eso, lo que siento yo –me disculpan el egoísmo- vale bien varios perros en mal estado.

Yo nunca me he divorciado. No, así como nunca sintetizo ciertas elocuciones y nunca asumo que algo es sumamente obvio. No sé lo que es firmar papeles de ida ni de vuelta. No sé con qué cara te mira el notario cuando vas con tu ex a legalizar la firma, o con qué cara te despides al subirte al taxi. Si sé cosas como tener que salirse de una casa y dejar al animal que adoras junto con todas tus cosas. También sé decidir qué es lo mejor para mí a pesar de que sea lo que peor se siente. Sé saludar a individuos a quienes amé con locura como si fueran vendedores de portacedés, más allá de mi afecto y únicamente porque así son las cosas cuando la buena suerte se va de vaca. He aprendido a empezar mil veces aunque se me tuerza la cara y me he olvidado de cuántas personas me han visto caerme porque todos esos me han visto levantarme de nuevo y me van a ver guiar el trencito de la pachanga hasta que se les cierren los ojos de hartazgo.

Hay un montón de cosas que no he hecho pero por cada una de esas ha habido una versión alternativa que sí, que no sólo hice sino que aprobé con laureles.

Por eso, aunque no sé a ciencia cierta cómo se siente usted hoy, alguna vez debo haber sentido algo parecido, así que déjese ayudar pero antes salgamos a comprar la tinka que el pozo ya está acumulando.

25 de mayo de 2009

survey

Una encuesta nacional recientemente realizada e introducida en las primeras horas del día de hoy por debajo de mi puerta, confirma que quien suscribe aun mantiene el anti liderazgo en las preferencias electorales del comité vecinal del edificio en donde vivo con un 0% de respaldo, seguida de la señora renegona que vive con su mascota milenaria, quien ostenta un 12%, la vecina que no paga el mantenimiento hace un año con un 20% y la actual administradora que lo hace muy pero muy bien, con un 52%. El resto no opina.

El sondeo revela además que la gente de los sectores A y B, me reconocen como la hija más bella del matrimonio de mi mamá y mi papá, con un abrumador 63%, lo que de inmediato me lleva a pensar que el 32% que opina lo contrario desconoce que soy la única hija del dichoso matrimonio. El resto no opina.

He subido tres puntos con respeto al sondeo anterior que llegó a mi puerta el mes pasado, frente a la pregunta quién tiene la mejor mascota, superando así con Takle en 15 puntos a Alejandra que amenaza con salir del ranking, y en 8 puntos a Anaisa Pereira junto a su perro sumaq. Más rezagados en el ranking canino están mi mamá y su gata (6%), y un niño desconocido que cría una lombriz en un pomo de mermelada fanny (4%). Éste último podría tratarse del outsider que todos esperamos.

La gente respalda mi condena

Sobre el hecho específico de que yo ojee todos los domingos los clasificados del comercio con la esperanza de que alguien equivoque el precio de un auto de menos de 20 años, alcanzando nulo éxito en la búsqueda desde hace ya muchos meses, un irrefutable 70% opina que únicamente yo soy la culpable, mencionando razones como que soy irresponsable con mis ingresos, que no tengo capacidad de ahorro, que no merezco un mejor vehículo e incluso una vecina vieja que para en la bodega firmó debajo de, porque no nos gusta tu sonrisa.

La directora de People Plus, reconocida empresa encuestadora, precisa que el mayor porcentaje de quienes creen en mi inocencia y buena fé, consta de personas que han sufrido un severo golpe en la cabeza con posible cuadro de amnesia, lo que hace difícil de contabilizar de dónde vienen o hacia dónde se dirigen.
En espera de más datos y hallazgos, sigo en campaña.

19 de mayo de 2009

Me agarran unos ataquitos de ansiedad (así de insustancial se pone la temática de éste blog comatoso el día de hoy). Entonces siempre llevo un ojo rojo, o la sensación de no haber dormido bien y encima me duele la parte baja de la espalda como si caminara haciendo la araña y no, simplemente tengo nervio de algo. El problema es que no tengo idea de qué, porque mi cuerpo presiente lo que va a pasar y podría ser desde un temblor hasta la caída del dólar pero ya mi ojo derecho lo sabe y se arranca a enrojecer de modo espontáneo y sin avisar a su hermano el izquierdo.

Después de que me pica el ojo paso inmediatamente a consumir con desesperación dulces. No por hambre ni antojo, sino por necesidad vital. En estos días, analistas de la empresa marinela deben estar detectando una importante alza en la venta de sus productos pingüino y gansito que seguramente le aducirán a la crisis o a la gripe porcina, como todos.
Lo tercero es encontrar la máquina zafa realidades. Específicamente un recién conocido juego lo suficientemente enfermo como para obsesionarme lejos de cualquier afán productivo. De inmediato aparecen los problemas cuando el chico me ve, me regaña levemente, toma su compu y se pone a jugar al lado mío. Me supera en el ranking y sigue con su vida. Luego llega mi madre de visita, se queja porque no le hablo y se va. Dos horas después mi madre busca el juego, lo ubica y me supera en el ranking público por veinte mil puntos, desde su casa.

Lo cuarto es estar descontenta con el aspecto de mi pelo visto a través de mi ojo rojo. Llamar a la peluquera mari mientras me digo basta de pelo semilargo, aun cuando ayer el lema era que viva el pelo largo. Cortar todo lo posible, rebanar la memoria. Salirse ya del esquema pelito asimétrico y entrarle al pelo ordenado y coquetón a la antigua. Ver en el espejo a la nueva yo e imaginarse al chico diciendo qué lindo. Súbito miedo de que el chico haga comparaciones con amelie o cabaret, pero renunciar a la idea al no encontrar gansitos cerca para paliar posibles ataques de ansiedad.

Salgo con el ojo rojo y el pelo corto a solucionarlo todo. Compro una perrita adorable y la pongo sobre mi madre. Las dejo a ambas solas en un auto rojo en la avenida guardia civil. Le digo a mi madre que la perrita es suya pero a la perrita le digo que yo la compré, lo que la hace mía aunque viva en casa de mi madre, sólo para que ella lo tenga claro. La perrita es hermosa, está nueva, no tiene nombre y parte hacia la casa de mi madre a estrenar vida y camita. Yo vuelvo a barranco con la misión cumplida.

He-man. Así ha definió el chico anoche mi corte de pelo y después dijo que sí le gusta, pero me quedo con lo primero, He-man. Bah, vuelvo a la casa y recibo fotos de la perrita que hace quince minutos dejé con mi madre, por correo. Dice que es bellísima. Cuenta que hace caso a todo y que es el ser más educado del mundo. Que se mira al espejo y mucho más. Mi madre está contenta.

Eso desde el sábado hasta ayer lunes. Veremos qué me depara el hoy. Mientras tanto tengo varias tareas urgentes: Stockearme de gansitos, sabotear la compu del chico y superarlo en el ranking, superar a mi madre, ya exitosamente fuera de juego gracias a la nueva mascota, y alzarme como la campeona mundial del jueguito. Después veo cómo me compongo el ojo.

11 de mayo de 2009

pasión bloguera

Es muy importante prestar atención al serio debate que se ha suscitado a raíz de las declaraciones de un importante joven líder de opinión barranquino. Ha dicho que los blogs han muerto y entonces él y tres otros líderes de opinión de distintos distritos –indomiciliados en la web- junto con una handy cam, se han sentado a la mesa de un restaurante miraflorino a disertar sobre el tema en cuestión.

Dos de mis blogueros favoritos y otros dos señores le han dado la vuelta a una rosca hacia la derecha, la vuelta hacia la izquierda, la vuelta hacia la derecha y así se han pasado la rosca durante treinta minutos que yo le he robado a mis labores diarias para ver, porque de eso uno puede sacar mucho. Son lindos, argumentativos y además de ellos se aprende.

He aprendido entonces que los nuevos sitios de redes sociales y microblogging han reemplazado al blog, lo que entonces me hace sentir retro y desinformada mientras escribo esto, pero sobretodo he aprendido que las nuevas plataformas plantean un reto semántico para nombrar a quienes las emplean. La pregunta que queda es la siguiente:

¿Cómo llamar a los señores que hasta ayer recibieron el nombre de twiteros y blogueros pero que antes fueron listeros, foreros y en un inicio simples lornas?

4 de mayo de 2009

sobre ah1n1

No soy ni he sido muy representativa de nada nunca. Soy mujer y estoy feliz de serlo, pero mil veces he deseado en silencio hacer pila parada y reniego de que por ley los hijos se queden casi siempre con las madres en caso de divorcio porque me parece sesgado e injusto. En ese caso me pongo del lado de los hombres. Tengo pelo negro y me parece que las de pelo negro nos divertimos igual y más que las rubias, pero en el fondo hay un tono chocolate que en la luz da casi negro que me gustaría lucir en la cabeza algún día. Me levanto en armas a favor del derecho de la gente a ser gorda, pero no como arroz más de una vez por semana y me peso casi a diario.

Igual la gente que me conoce lo sabe, creo, y entienden que soy sincera cuando salgo a defender la vida de algunos mamíferos o las declaraciones de figuras públicas de las que usualmente soy enemiga.

Habiendo dicho eso, y considerando que parte de la comunidad mundial ha sido injusta en los últimos tiempos con el hermano pueblo mexicano, yo, como habitante del planeta tierra y representando específicamente a la nación peruana porque así me apetece el día de hoy, declaro que al próximo ciudadano de origen mexicano que toque a mi puerta por una razón o la otra, será bienvenido y procederé de inmediato a propinarle incontables besos feroces sin intermediar mascarilla alguna.

Comuníquese y difúndase.

21 de abril de 2009

la abuela deja paquete sorpresa con el guachi



en el mismo espejo donde una vez se vió una mujer llamada Albertina y luego la esposa de su hijo, una señora llamada Nytha, a partir de hoy me veo yo.

20 de abril de 2009

en lo que se me va la vida.

Me despierto a las siete aeme y siete con tres segundos voy y prendo la tele a ver qué pasó. Todas las mañanas me pregunto cómo puede haber un segmento deportivo tan largo y por qué está simultáneamente en todos los canales. Cambio a rpp y siempre, todas las mañanas, está un señor aburrido que habla sobre economía sin figuritas. Tomo el espejo de aumento que está en la cachina que flanquea el lado izquierdo de mi cama para fijarme si es un día de pocas o muchas ojeras. Normalmente determinar eso me toma tiempo, por lo que a las nueve y media salto de la cama como una loca hacia la ducha donde casi todos los días falta champú, o reacondicionador, o el jabón es del tamaño de un goldfish, pero me las arreglo y luego me seco al vuelo y deshago todo el closet para ponerme cualquier porquería y al final le pongo comida al perro y subo al techo a ver que tenga agua y cierro todas las puertas para que el bien alimentado animal no me rompa todo.

Salgo y saludo a Gonzalo, el nuevo portero que temo que no gusta de mí. Hoy manejo a recoger al socio y vamos a compuplaza a comprar hardware y entre otras noticias, el cajero globalplus de ese lugar no funciona, pero saco de otro cajero para pagar, mientras busco en el bolsito unas monedas que luego me sirven para ordeñarle a la máquina expendedora dos doña pepas y unas chips ahoy. Salimos y llevo al socio y a la nueva multifuncional de la empresa, a su casa.

Corro, no yo sino el auto, hacia mi trabajo. Una vez ahí saludo al portero que sí gusta de mí pero que olvida guardarme espacio en el estacionamiento, y dejo el auto a sesenta metros. Maldigo los zapatos que llevo puestos pero le sonrío a las secretarias que manifiestan que el courier no llegó por las invitaciones, pésimo augurio para el lanzamiento del libro el viernes que viene. Subo la escalera a pesar de los zapatos.

Son las once y un señor que piensa que yo tengo mucho poder y que seguramente con una llamada soluciono su vida, viene a pedirme oportunidades laborales. Lo atiendo con simpatía en serio. Cuando se va empieza la carrera de imprimir etiquetitas, corregir textos y delegar inutilmente tareas en las dos secretarias que felices se carcajean abajo. Escribo ocho correos. Con historiador de difícil trato, con ejecutiva de imprenta, con jefe de prensa de embajada, con coordinador, con asistente y con ex asistente, me comunico. Siento hambre pero chateo un poco con amigos y conocidos mientras espero que la máquina lenta donde trabajo administre las cuatro tareas que le pido por favor, que le ruego.

Salgo dos peme, me meto al auto ya presintiendo ampollas en los meñiques inferiores y tomo la Benavides hacia el macdonalds mas cercano. Pido comida y me quedo embotellada entre un auto que está en la ventana de pagar y el otro que está en la ventana de recoger. Aprovecho y llamo a mi madre que pide atención, pero como la llamo en el momento en que está almorzando, ya no quiere ni necesita mi atención. Tomo república de panamá hacia Barranco y en la esquina del cortijo recuerdo que ahí roban, entonces me pongo paranóica y escondo el bolsito debajo de las piernas pero luego me doy cuenta de que podrían robarme los wraps extra crispy y los escondo también pero a ellos debajo del asiento del copiloto, ese donde normalmente va dios.

Almuerzo y relajo un rato. Hablo por teléfono, eso sí, con asistente y con mamá, que ya sin la boca llena me quiere de vuelta. Hago planes de viajes, me engrío y como por arte de magia dan las tres cuarenta y cinco y tengo que montarme nuevamente en el auto destartalado y manejar de regreso al trabajo.

En el trabajo subo a la ofi cojeando pero nunca sin saludar a las secres del humor, me encuentro a mi jefe y entro la reunión semanal de un grupo de individuos llamado el comité.

Mientras el comité se reúne y yo doy informe de los avances alcanzados en materia de quien sabe qué, puedo darme cuenta de que mi atuendo es un lujo de pelos de perro rubio y gato plomo, pero aún con eso y el sueño y el pelo de semiloca, salgo airosa y muy profesional de tan importante cónclave. Vuelvo a mi oficina donde recibo y contesto mensajitos de texto y correos y chateo un segundo informando a mi prima que ya me voy a casa.

Tomo el auto y salgo a Benavides donde tengo que dar una vuelta enorme por Miraflores dado que pusieron una de esas señaléticas con flecha tachada justo en el lugar donde doy la vuelta a diario rumbo a casa. Llego a casa y en la reja saludo a Gonzalo que no me quiere ni siquiera porque tengo una cara de dolor de pie que no da más.
En la casa mi mascota que es efusiva y alegre me agarra a patadas apenas entro. Reviso si tiene comida y bebida y me tumbo en mi cama donde prendo la tele y la compu y llamo a la bodega a ver si césar me trae chocolate porque yo no doy ni un paso. Comiendo, posteo.

Son las siete de la noche y eso hice durante el día. Ahora que estoy en mi casa ojeo el twitter y pienso que las mujeres ocupadas tienen derecho a dejarse las piernas peludas siquiera un par de días.

15 de abril de 2009

pequeño beso, pico.

Me ha quedado muy claro, yo sería el demonio o el hombre del espacio pero nunca el gato ni starboy. Demonio tiene esas botas increíbles con escamas y el pelo tomado en colita. Pone los ojos en blanco, tiene un bajo en forma de hacha, saca la lengua y escupe sangre que es el glamour mismo. El hombre del espacio tiene a su favor el vestuario con hombreras y yo tengo en mi contra la idea permanente de que tengo los hombros estrechos, así que haga usted su matemática. El gato es gato y no usa plataformas para poder tocar la batería, lo que lo hace lucir levemente enano y bastante afeminado. Starboy tiene un escote demasiado pronunciado, punto.


En el momento del falso final, olé olé olé, aplauso, kiss-kiss-kiss-kiss, yo me encontraba en el perímetro de la cancha buscando un baño. Exactamente cuando lo encontré y mi mano abría la puerta azul con rótulo disal y yo entraba y hacía esas maromas que una hace en los baños públicos que ni Harry Houdini sale entero y con la dignidad aun como bandera, Paul Stanley con su fundillo brillante volaba por los aires desde el escenario hasta la plataforma de luces y sonido que estaba sentada en medio del estadio. Paralelamente Starboy surcaba libre el cielo de Lima y yo batallaba encerrada dentro de un cubículo azul de plástico, por eso no lo ví. Igual al salir la Lore me dijo que le tomara una foto con el móvil y eso hice.



13 de abril de 2009

1 de abril de 2009

Belén está viniendo a la casa con frecuencia. Viene porque Isabel, que es su madre tiende mi cama una vez al día y me prepara algo con cariño para comer. Isabel conoce qué como y conoce cuando y por qué no como. Me llama al celu y decide no cocinar porque sabe que estoy comiendo solo dulces y le preocupa y recurre a la huelga a ver si con esas le doy una par de bocados al locro o al arroz tapado.

Anaisa viene a veces y se come mi comida, pero al final amenaza con decirle a Isabel que fue ella y no yo, a lo que respondo con la amenaza de no alimentarla no una sola vez más y todo se apacigua y es de nuevo el mar quieto. Anaisa necesita de mi comida tanto como yo necesito quitarme de encima la imagen de mi abuela diciendo que la comida se pierde habiendo tanto niño pobre.

Yo como, sucede que no como en casa hace algunos días. Como de la ventana del Mac de Benavides, o del salad bar de wong, o del empaque de la ibérica y ese no es un tema que debería preocuparnos ya. Terrible sería que Belén no comiera como a veces me cuenta Isabel, porque Belén es pequeñísima y es engreída y solo gusta de cereales de caja y atún de una lata. Viene a la casa porque su mamá trabaja en demasiadas casas y encima tiene que recogerla de un nido con nombre de virgen y traerla un rato para luego llevarla a una zona de chorrillos donde abundan los viveros. Entre el nido y la casa de otra y su propia casa trancurren los cinco años de Belén que tiene un poco de cara de loca y los dientes de leche mínimos y el pelo suelto pero una media cola hacia el lado. Lo importante son los dientes del tamaño de un ratón blanco, media cola hacia el costado, el desorden de su presencia en mi casa y los ojos de loca, redondos y muy abiertos.

Isabel cuenta que ha visto una foto carnet mía que está al borde de un espejo. La tengo puesta ahí porque quien me la tomó, en un sitio de fotos pasaporte, decidió ese día que debía borrarme las pecas y sombras de la cara. En la foto tengo cincuenta años y unos cachetes enormes y sin sombra, por eso la tengo en el espejo. Para cerciorarme todos los días de que no soy yo. Belén la ha visto y la ha sacado de su sitio. La ha visto largo y le ha dicho a su mamá que somos idénticas, ella y yo. Mira, somos igualitas. Con eso se ha quedado e Isa me lo cuenta sorprendida porque ella, como es obvio, nos ve muy distintas. Trantando de gatillarme un boost de autoestima, me ha dicho que quizás nos parecemos en lo flacas.

Nos encontramos ayer en mi casa a la hora de almuerzo. Ella en uniforme de gimnasia y yo con un vestido verde a puntos. Me contó que ya está en la clase de cinco años, tuvo un breve ataque de ansiedad por culpa de mi perro y luego de manera tímida entró al baño y se encerró con llave exactamente como yo lo haría. Minutos después entreabrió la puerta y sacó un ojo para ver si salir era un opción. Una vez afuera le dí un paquetito de m&m peanuts que quince minutos después seguía en su mano. Me acordé que para navidad le regalé un vestido verde corto con corazones muy parecido al verde que llevo hoy con puntos. Ella también lo usa con leggins negras, dijo Isabel. mmmm. Y Belén, estás enamorada? ella saca la cara de detrás de las piernas de su mamá y dice que sí, de Santiago, un chico de su misma edad que sale con otras cuatro del salón de cinco años. Me imagino a la Belén con la cola chueca y el vestido verde sintiendose sin posibilidades mientras Santiago guapísimo y en medio de las otras contoneantes cuatro niñas, la empuja o se burla un poco de ella pero sueña con esos ojos redondos y los dientes de ratón.

Finalmente veo a mi gemela espiritual tomar el paquete amarillo de dulces y meterlo cuidadosamente en el bolsillo de su buzo. Sé, porque somos idénticas, que polígamo de kinder debe estar saboreando en este minuto esos maníes.

24 de marzo de 2009

salvemos miraflores

Era el día que precedió a la Noche en Blanco. Me parece que fue en marzo del año pasado pero no podría asegurar nada. Yo estaba en el parque Salazar echándole un ojo a unas carretas que recibían pagos a la tierra y que luego serían parte de la Oda a la Papa de Antoni Miralda. La cumbre de presidentes con sede en lima se daba en otro distrito. Ese era el contexto. Ah, y no hacía sol.

Me siento en el muro de una casa para hacerle algunas fotos con el celular a la gente que trabajaba en la vereda de al frente decorando las carretas con apios, rábanos y plátanos. Estoy un poco emocionada pero no me acuerdo por qué. Hay casi nula gente en las calles cuando se acercan directamente hacia mí dos viejitas de apariencia tierna. Cuando están a dos pasos puedo ver como sus caritas de mazapán generan una mueca que sólo el vómito de algún ebrio desconocido sobre mi almohada podría provocarme.

-No se siente en el muro.
- ?
-Que salga del muro.

Me sorprendió tanto que no pude contestar, ya habiéndome bajado como por acto reflejo, hasta que las dos lindas señoras hubieran abierto, entrado y cerrado la reja de su cerquito.

-Disculpen, no quise faltarles el respeto.
-No pues, pero una vez que el resto la vea ahí, todos van a querer venir a sentarse en fila.

Dicho esto, se metieron a su casa y su muro quedó intacto. Segundos después la bola de paja y el cráneo de vaca que eran los únicos que deambulaban esa tarde por el malecón, entendieron que no debían sentarse nunca jamás siquiera cerca de la cerca de las Rotman.

A las sras. Rotman les molesta sobremanera que Lima se haya choleado. Primero la guerra perdida contra Larcomar; luego la guerra contra el hotel de enfrente; a diario la guerra contra las chocolateras. Pasan los días frente a las ventanas de la casa aguardando a algún nuevo enemigo. Salen eso sí, por las tardes a oletear qué cosas hace la chusma que ahora pulula por los jardines donde antaño ellas jugaban entre sus pares. Luego vuelven a la casa y se las arreglan para mandar a imprimir banners con consignas. No a las combis, no al arte contaminante hecho con desechos. Las cuelgan de sus ventanas y las cambian de acuerdo a la ocasión.

Un banner colgado de una ventana luce mucho mejor que yo sentada en un muro un día domingo.

Si fuera por las señoras de esa casa no habría Larcomar, ni hotel. Tampoco esos juegos para niños que han puesto al frente y que son un éxito. No habría Noche en Blanco ni carretas con verduras. No habría microbuses ni combis que pasaran por el malecón y menos por la primera cuadra de Larco. Están en pie de guerra contra todo al mismo tiempo que evocan sonriendo tiempos en que un grito suyo podía mover una manada entera de sirvientes.

6 de marzo de 2009

gen pimpinela

Una no tiene esas pataletas de pasión absurda por generación espontánea. Yo por ejemplo, no me pongo a discutir en la vereda o levanto la ceja izquierda o me esfuerzo en colgar el fono sin decir chau y diciendo exclusivamente okay, sólo porque mis papás me educaron mal. Lo hago porque está en mis genes y en éste específico caso respondo a mi herencia genética a pies puntillas, pero también a llantitos y a requintos.

La primera vez que supe que los abuelos sostenían en una mano un corazón y en la otra un martillo, fue un incidente confuso para mí.

Yo veía Carmín como si cada frase que salía de la boca de Fiorella Menchelli hubiera sido la respuesta correcta para aprobar un examen de admisión. Estudiaba la boina, la corbatita, el pantalón remangado y ponía en ejercicio lo aprendido para ir los fines de semana al Real 1 o al Real 2 y después cruzar al bon beef donde quizás conocería a mi Ricardo Moll, o a mi Gato Bañuelos.

Por eso el día que llamó la actriz famosa a preguntar por el abuelo para que le hiciera unas fotos, yo salté en una pata por toda la casa. Gritaba ABUE como loca, quería saber como diablos una voz del olimpo (que en ese entonces era la Casa Dasso), había cruzado Lima de Barranco hasta Santa Beatriz y llegado hasta mi oreja plebeya, pero sobretodo necesitaba saber qué posibilidades habrían de que la señora Dammert visitara mi casa alguna vez y me contara algunas anécdotas de filmación.


Abue es una chapita unisex como decir Renee o Jesús. A Abue, en femenino, no le hizo ninguna gracia que Carmín hubiera aparecido por el auricular, sino todo lo contrario. Los dos Abues se echaron un par de frases que no escuché, el abuelo contestó el teléfono de mala gana, luego se encerró en su estudio y la abuela se sentó en la mecedora a ver una novela mexicana con Libertad Lamarque que era una vieja tembleque y sufriente de quien era imposible sentir celos. Y así.

Todas las mañanas de sábado de mi infancia el abuelo se iba con el Sr. Seuler, los hermanos López Aliaga y demás viejitos a tomar un whisky a Berisso de Arenales. Todos, no faltó un sábado hasta que tuvo que mudarse a Magdalena. De regreso ya cosquilludito y sonriente, me traía un borrachito de chocolate, que es algo así como una trufa con ron, y algo así como era mi abuelo los sábados a medio día. Eso era de regreso. De ida, todos los sábados mi abuela decía ya se va con los amigotes, el abuelo contestaba porca miseria, y la puerta que daba a la calle casi arrancaba los espejos de las paredes al cerrarse a gritos.

Sé que hasta ahora suena como si mi abuela hubiera sido una vieja mala que martirizaba a un flaquito, pero resulta que el flaquito era un joyón. Coquetuelo hasta con las cajeras de Monterrey, se lanzaba unas sonrisas de baboso que yo ampayaba cada dos minutos e imagino que mi abuela también. Podía estar callado días para después al abrir la boca soltar ráfagas de ácido y había ocupado tres cuartos de la casa con sus químicos de revelado. Decenas de metros cuadrados de suelo estaban cubiertos por docenas de galoneras blancas empolvadas. Muy burlón, muy políticamente incorrecto y dotado de un sentido de la dignidad y el ridículo que determinaban casi todos sus actos. Le gustaba el whisky caro pero tomaba del barato, comía anchoas y prosciutto, se pegaba con cocinar el mejor asado y para eso nos tenía comiendo asado semanas o meses. Los mejores panqueques y todos comiendo panqueques semanas o meses. Yo perdí cinco rayas del paladar por culpa de los meses que comimos anchoas y pan caserito en el lonche. Al abuelo le gustaban los sabores intensos y ahora creo que a mi abuela también.


En los sesentas había un detergente para ropa que se llamaba 6. Había también un señor simpático que frecuentaba la casa llamado Kiko Ledgard. Lo tercero que había por ese entonces era un programa de tv llamado “La pareja 6” que animaba Kiko y donde dos parejas concursaban respondiendo preguntas sobre cuánto conocían a su media naranja. Kiko y el Abuelo eran grandes compinches, a pesar de que nunca escuché a la abuela tildarlo de amigote. Supongo que fue por eso que aparecieron una noche concursando por el premio mayor junto al torero Curro Romero y su mujer.


Los Buscaglia iban a la cabeza en el score habiendo contestado las preguntas fáciles como cuál es el color favorito de Ángel y de qué color son los ojos de Regina. Los Romero habían caído cuando Kiko preguntó a la mujer del torero si frente al ataque de un toro furioso su marido el Curro le arrancaría la falda para usarla como capote y ella contestó que nó, que su marido ante todo era un caballero. El por su parte, dijo que no lo pensaría dos veces. Entonces la Romero hizo un desplante frente a cámaras y su marido se enfrentó delante de los televidentes a un toro furioso que lo esperaba en casa, lugar donde llegarían sin premios ni orgullo.

Los abuelos cincuentones guapísimos, ganadores, glamorosos, pasan a la pregunta final. Kiko le pregunta a Regina qué vestuario elegiría Ángel para salir a la calle entre disfraz de payaso, vestimenta típica de pamplonico (traje de Pamplona de pantalón blanco y fajín rojo) y Traje de Luces (capri enmantequillado forrado de lentejuelas de color damasco con pantys y zapatos ballerina). La abuela lo piensa. Sólo hay una respuesta posible y el animador junto con los futuros perdedores la esperan con ansias, al igual que el público en sus casas. Las luces sobre mi abuela y el éxito al lado rozándola. Fanfarria. Regina dice Pamplonico, entonces Kiko abre un sobre y saca un papel que con la letra de mi abuelo dice clarísimo Torero.


En ésta historia especial es cuando se apagan las luces cuando empieza el drama. Los Romero en cambio a su casa de lo más felices.

22 de febrero de 2009

El culpable de todo me regaló un polo. Es morado y tiene tiritas. Lo vimos en una tienda y yo me lo probé y el no supo nunca que no me gustaba, pero como todo es su culpa lo compró de sorpresa y me lo dio al rato. Yo no quise darle la sorpresa de que el polo no me gustaba en color ni forma, por eso sonreí esa tarde caliente en medio de la calle con tiendas. Es todo lo que guardo de él, el polo morado con tiras que no uso nunca. Guardo también la culpa, la sensación de que debí decirle esa tarde de tiendas lo que me estaba haciendo, todo lo de mi vida que estaba matando ahí mientras me regalaba un polo envuelto en una bolsa negra. Bolsa negra y todo peinadito y perfumado el puto culpable ahí sin saber nada. Sólo yo sabía. Sabía y me la jugué mal.
El inocente y el culpable han salido de escena y sólo quedamos éste polo morado y yo y la noche de un viernes inútil. Me lo pongo para dormir porque soy incapaz de salir con éste polo feo y con la culpa y con el culpable como un muerto que habita en un polo ridículo. Me lo pongo porque merezco tener pesadillas.

27 de enero de 2009

Los tempranos ochentas (y sí, estoy haciendo un recuento de mi vida dado que en breve me volveré aun mas tía) son una etapa borrosa de la que trato de rescatar ciertos hechos.

El 81 por ejemplo, fue el primer año en que me hice consciente de las horas y los días. Por eso es hasta hoy, el año más largo que he vivido. Tenía también dos veces por semana un profesor de flauta dulce. En el 82, estaba en segundo grado y participé de una actuación dentro de la capilla del colegio. Tenía un peinado fatal y vestía de pastor. Entre mis líneas estaba una que aún recuerdo (my baby lamb is sick, I cannot be glad). Hubiera querido ser María o un rey mago, pero ahí estaba, condenada al existencialista pastoreo de un chivo enfermo luciendo una túnica a rayas. Como no hay papel pequeño para una gran actriz, obtuve las palmas de mi familia y la Sister que dirigía la producción. El 82 entonces, fue el año que recibí el premio Tony del mundo litúrgico, en paralelo a las clases de flauta.

El 83 seguí tocando flauta a lo largo de todo el año. Ya estaba en tercer grado y las monjitas tenían todo casi controlado. Salíamos a los recreos y algunas elegidas repartían las pelotas y las sogas. Cuando terminaba el recreo algunas otras elegidas recogían las pelotas y las sogas. Habían conseguido que no diéramos alaridos en medio de una clase, que no se escabulla alguna alumna piojosa, que ingiriéramos con propiedad nuestros alimentos. Nos sentábamos en orden alfabético en ordenadas filas. Nos formábamos en orden de tamaño en ordenadas filas. Dentro de ese patio en Miraflores, había un país desarrollado. Afuera estaba Alfonso, el portero sonriente, cuidando que ni un poquito del Perú llegue a meterse al colegio. Ese año conseguí mi primera pandilla escolar basada en afinidad de metas. Sin tomar en cuenta con qué letra empezaban nuestros apellidos, el destino juntó un grupo que buscaba develar los misterios que se escondían detrás de la fachada de un inocente colegio elitista. El 83 fue el año de las revelaciones.

No era un negocio fachada para el lavado de dinero ni las monjas nos tomaban fotos insinuantes para traficarlas en la web. Tenían suficiente dinero con las mensualidades y en esa época de internet ni se hable. Sucedían en la capilla del colegio cosas que los adultos pretendían que pasáramos por alto. Es probable que haya tenido que ver con que ese mismo año hicimos la primera comunión y por eso pasábamos casi todo el día ensayando bailecitos alrededor del altar, practicando como recibir el cuerpo de señor sin masticarlo, parándonos, sentándonos y reclinándonos en el aeróbico celestial.

El primer signo que descubrimos fue que la virgen de vitrales que estaba sobre la puerta de la capilla, un día apareció con la cara oscura. Personalmente nunca en la vida me había fijado en ella y es probable que el resto de mi team tampoco, pero estuvimos muy seguras de que antes no era tan morena y que eso significaba algo. Por qué habría la virgen querido agarrar un tono más nacional?

No mucho tiempo después un día, durante una misa, algunas de las niñas traían juguetes como ofrenda y los dejaban al pie del altar. Una muñeca, un libro, unos patines. Unos patines? Saliendo de esa misa el grupo se reunió a analizar ese específico hecho. Llegamos a la conclusión de que una alumna de entre primero y cuarto grado, a la que nadie había conocido ni visto alguna vez, había muerto atropellada por un vehículo desbocado. Sólo asi tenía lógica todo el asunto de los patines. La muñeca no sé, era como desprenderse de la niñez. El libro, y esto no debería sonar raro, era como desprenderse del conocimiento. Todo okey salvo que a los ocho años llevar al altar unos patines en perfecto estado como ofrenda, únicamente podía tener que ver con desprenderse de la vida.

Pasaron muchas cosas sobrenaturales ese año. Un día nos percatamos de que la Sister Alma -que era el cuco con hábito- se reclinaba siempre en una de las esquinas de la capilla, frente a una imagen de cristo hecha de yeso fino empotrada en una especie de pedestal que era un cajón de madera hueco. Se hincaba, tenía cara de dolor, sufría la monja. Como la Sister Alma sólo le tenía buena onda a dios y eso lo sufrimos todas, el grupo decidió dilucidar su extraña conducta. Fue así como durante varios recreos entramos a la capilla de manera subrepticia, y mientras nos refrescábamos un poco con el agua bendita, una mañana a las diez y quince llegamos a la conclusión de que dentro del cajón que sostenía la imagen, palpitaba el corazón de alguien que la Sister había amado. Fue tan simple como acercarse al pedestal de madera y tocar el alto relieve que tenía algunas iniciales incritas. No sólo yo, todas, sentimos el pulsar desacelerado del órgano preso. Peinamos otras explicaciones, pero en esa capilla especial, en ese año particular, pensar que el pedestal estaba cojo no era una opción.

El 84 fue el año del crossover con los chicos del colegio de la misma congregación pero de hombres. Para eso concursé en las olimpiadas de matemáticas y en cuanto concurso de inglés se organizara. El 85 tuvo más que ver con esquivar a las amenazantes chicas de quinto de media que nos robaban los boliquesos a diez metros del kiosco. Ese año también supe que mis amigas de la clase tenían hermanos y por culpa de eso me alejé un poco de lo sobrenatural.

20 de enero de 2009


Congelándose un poco mientras su papá habla delante de una alfombra de gente, malia y natasha presencian -no lo saben ahora pero lo sabran pronto- cómo dejan de ser dos niñas comunes. Ya esta mañana natasha debe haberse preguntado por qué debía usar esos específicos zapatos y malia tiene que haber sentido un poco de pánico escénico porque seguramente en este momento todos los adolescentes de su país la están viendo en la tele o la web. Se ha prometido frente al espejo no salir mal en las fotos y no puede esperar entrar a la casa nueva para conectarse y salir de la duda. Natasha en cambio no se preocupa por su aspecto tanto como por la incomodidad de la nueva ropa formal. Su papá le ha prometido un perro, pero a cambio ella debe ser buena. Tiene que lucir bien, asistir a ceremonias para adultos, cuidarse de mucho de lo que normalmente dice, convivir en paz con muchísima gente y ser humilde, mucho más humilde que cualquiera. Malia va a tener acné, va a aterrorizarse cada vez que aparezca un nuevo grano, su primer enamorado firme será un chico del colegio al que todos los compañeritos llamarán el convenido. La colectividad esperará que sea brillante en el high school, aunque al mismo tiempo asociarán su éxito a la investidura de su padre. Si se mantiene callada, dirán que se jura. Si habla mucho, dirán que se jura. Debe ser educada y plural, políticamente correcta. No puede ser poco linda como Chelsea, ni ebria como la mellicita Bush. Tiene que ser propia, no hablar de más y ser mucho más humilde que cualquiera. Hoy día mucho del mundo va a cambiar.