Éste no es un secreto pero es una de esas cosas que una no debería comentar, no sé por qué. jiji.
Un día de febrero de 1975, antes de que las células madre estuvieran de moda, antes de que un señor plastinara a un grupo de chinos e hiciera una muestra itinerante y mucho antes de la desaparición del útero y el pulmón, mi mamá decidió que era una buena idea guardar un cordón umbilical para el recuerdo.
Como era mi mamá, o quizás porque yo gritaba y le quitaba mucho tiempo, no puso empeño ni encontró un rincón especial para salvaguardar ese pedacito de nosotras. Lo dejó sujeto al gancho ese que ponen en la clínica y lo metió dentro de la bolsita de celofán que envolvía una cajetilla de Ducal. Después lo tiró en algún lado.
A veces, cuando se hace limpieza profunda y se registra los cajones, aparece el ombligo, que es como una especie de pajita sujeta por una pinza plástica. Mi mamá suspira qué lindo y yo me impresiono de cuán útil puede ser como protector ese plastiquito transparente de los puchos que tiene ya más de treinta años enmicando charqui de mí.
Nadie sabe qué significa, ni por qué mi mamá lo guardó y ni siquiera dónde diablos está. Sólo aparece cuando pido que me alcancen el original de un diploma o busco una foto del abuelo, de un lado a otro de la casa. Una tripita y un gancho dentro de una bolsa que han sobrevivido a los apetitos de varias mascotas.
Un día de febrero de 1975, antes de que las células madre estuvieran de moda, antes de que un señor plastinara a un grupo de chinos e hiciera una muestra itinerante y mucho antes de la desaparición del útero y el pulmón, mi mamá decidió que era una buena idea guardar un cordón umbilical para el recuerdo.
Como era mi mamá, o quizás porque yo gritaba y le quitaba mucho tiempo, no puso empeño ni encontró un rincón especial para salvaguardar ese pedacito de nosotras. Lo dejó sujeto al gancho ese que ponen en la clínica y lo metió dentro de la bolsita de celofán que envolvía una cajetilla de Ducal. Después lo tiró en algún lado.
A veces, cuando se hace limpieza profunda y se registra los cajones, aparece el ombligo, que es como una especie de pajita sujeta por una pinza plástica. Mi mamá suspira qué lindo y yo me impresiono de cuán útil puede ser como protector ese plastiquito transparente de los puchos que tiene ya más de treinta años enmicando charqui de mí.
Nadie sabe qué significa, ni por qué mi mamá lo guardó y ni siquiera dónde diablos está. Sólo aparece cuando pido que me alcancen el original de un diploma o busco una foto del abuelo, de un lado a otro de la casa. Una tripita y un gancho dentro de una bolsa que han sobrevivido a los apetitos de varias mascotas.