27 de septiembre de 2009

sólo sentirás como un pellizco

De la yema de ambos índices, de la vena del antebrazo izquierdo y del antebrazo derecho, de ambas orejas y una vez de la pierna.

Desde la parte interior del codo, desde dorso de la mano, desde el antebrazo, desde alguna vértebra entre la veinte y la treinta y desde una vena que aparece en el pulgar.

El párpado, la barbilla, el brazo, las yemas de los diez dedos de la mano y la nariz.

En las nalgas echadas y de pie, en el antebrazo, en las orejas y en la planta del pie.


Respuestas domingueras a: Desde dónde me han dormido/ Dónde he sido cosida­­ / Agujas / De dónde me sacaron sangre

18 de septiembre de 2009

arquero jugador

finalmente estoy aprendiendo a manejarlo, tapar y jugar al mismo tiempo.
arquero era lo primero que yo pedía porque el arquero puede usar buzo negro con guantes y tocar la pelota con la mano. ese era entonces bajo cualquier lógica, el mejor puesto de la cancha. que toli sea arquero jugador, decía el gordo, y yo caía todas las veces, probablemente una por semana, y me creía íntegra su generosidad y hasta le sonreía cuando ya estaba parada en el arco segundos antes del primer puntapié.
apenas el gordo o cabeza de manzana o martín le metían una patada a la pelota, ya yo entusiasmada hasta el babeo soñaba con volar para atajarla como había visto en la tele tantas veces. pero toli, que era yo, no solo era una chica chica sino muy poco voladora como para el trabajo, y entonces salía del arco a debatirme la pelota con los amigos del barrio del gordo que le tenían aún menos respeto a mi género que mi propio primo.
Me fauleaban, ahora que no soy más toli puedo decir que me fauleaban, porque no es posible que yo haya sido tan torpe. Yo jugaba en la cancha recibiendo golpes y pensando en decirle a mi mamá, pero eso me hacía menos barrio que cabeza de manzana o martín, incluso menos barrio que el gordo, entonces no le decía a mi mamá nada para conservar mi esquina, mi arco y mi derecho al juego.
Ahí me paraba toda pava cada vez que alguien proponía pichanguita, sabiendo que sólo teníamos un arco y que el partido carecía de score y sólo era un buen motivo para masacrar a toli que era una metiche en los juegos de los chicos de Pablo Bermúdez, que casi todas las veces definían por penales. Ahí me paraba atenta, con el codo despellejado y llorando para adentro a recibir letales cañonazos chutados por faites de ocho años.