28 de julio de 2008

He odiado a kike mucho y durante largo tiempo.


En realidad no fui nunca demasiado buena con los chicos del barrio. Las casas de sus padres empezaron a aparecer al borde de la carretera y con ellas familias enteras, hordas de chibolos que atravesaban absolutamente todos los lugares pidiendo a gritos atención, agua o gaseosas.
Me he vuelto una vieja vinagre, eso debe ser.

Cuando los chicos tomaban la casa se armaba un griterío infernal. Jugaban a la chapada, a las escondidas y se empujaban en las hamacas hasta casi chocar los techos. Yo trataba de no cruzármelos, ocupada en mis veintitantos años y mi bikini, y meter la panza, y coquetear con quien pudiera.

Kike se trepaba a la mesa del comedor (el comedor de mi casa) a dar gritos de júbilo o histeria dependiendo del juego. Así lo encontraba todo el tiempo. Todos corriendo de un cuarto a otro, entre los árboles o detrás de la casa; Kike con los zapatos embarrados trepado sobre la mesa.
Un día empecé a darme cuenta de que me era insoportable.

Andaba por ahí con un juego de casinos viejo en la mano, cuando me encontró sola en la hamaca y se acercó, con sus seis o siete cachetones años, a hablarme.

E huevo tasino.
No tengo ganas.
E huevo.
No kike, estoy tranquila y relajada.
Do sabe.
¿?

Do sabe y tede medo.

No recuerdo si jugué cartas o nó, pero me recuerdo perfectamente declarándole la guerra muda a un niño de siete años, u ocho.

No me molestaban ni juana ni brisa vanessa cuando venían a venderme esas empanadas fritas con azúcar encima, a pesar de que yo sabía que era su única clienta. No me molestaba el humero, un niño de pocos años al que adoptamos como mascota del clan y que gracias a eso volvía a su casa sin humitas y con unos buenos soles.

A kike en cambio lo detesté un poco más cuando lo vi matar pajaritos con una honda entre los árboles. Un poco más cada vez que iba a la tienda de sus padres y no me saludaba. Un poco más cuando gritaba seña carla y yo tenía que vestirme íntegra para salir y atenderlo, después de que cansado de correr entre mis árboles y matar pajaritos sin importar cuántas veces mi madre lo hubiera echado a gritos, tenían el desparpajo de pedir agua, o gaseosa en mi puerta, que quedaba a menos de 100mts de la suya.

De esas gotitas de kike, está inundada mi experiencia norteña.

El golpe maestro lo dio durante mi viaje de retorno, cinco años después de haber partido hacia Lima. Me acordé de él a mitad del vuelo, momento en que hubiera deseado guiar el avión de vuelta al Jorge Chávez. Ha sido este verano en febrero del 2008 cuando la vida, y el trabajo fatal, me permitieron volver al sitio donde soy feliz. Balancear a kike y su mal hablar versus los árboles, versus esos pájaros que cantan como si te estuvieran silbando que eres linda por las mañanas, versus la corriente tibia que trae bufeos y que te hace sentir que nada más importa.

Ví los árboles y los rodeé con mis brazos, escuché a los pájaros ya en la mañana tarde, a la hora en que el colectivo nos dejó en la carretera, me bañé en el mar con el que había soñado tantas horas de oficina. Después almorcé y busqué la cara de un kike casi veinteañero entre las caras de los vecinos. Volví a bañarme en el mar cuando ya casi anochecía, cuando ya no cantaba un pájaro ni se veían los árboles.

De vuelta en la casa inventé que necesitaba algo de la tienda. Gaseosa o quizás un chocolate.

Casi cien metros mas allá de la casa me recibió enrique el padre, due;o de la tienda más cercana. Metí la nariz por la ventana mientras él buscaba lo que sea que pedí como coartada. Quise ver a kike jugando un videojuego como hacía unos siete años. Los busqué con la mirada entre el grupo de los que tomaban cervezas en el malecón de los pinos, sin éxito. Recibí la botella de manos de su padre y pregunté por él. Se ha ido a piura por vaciones esta mañana, dijo.

Me quedé unos segundos haciendo nada en la ventana de una bodega zorriteña. Repasaba los cachetes enormes y el pelo desordenado, el repudio, las ganas de verlo grande, de saber cuánto podía detestarlo hoy. Inmediatamente caminé hacia la casa y encontramos una culebra negra que hubo que sacar empujando con una escoba.

24 de julio de 2008

no compren

Chica, yo que acabo de venir del verano -que es una forma bronceada de volver del futuro- te informo.

Pasa una cosa rara con los zapatos veraniegos. Te lo digo porque somos amigas y yo estuve a punto de sucumbir frente a la tentación, pero gracias a dios un tema de euros y de falta de tiempo lo impidieron.

Van a llegar, lo intuyo casi como se huele el peligro, una sandalias que también son bota. El sesenta y cinco por ciento de las chicas con posibilidad de comprarse calzado de temporada las usa en Madrid. Escuchaste bien, sandalia bota.

De acuerdo a lo que he investigado, la palabra sandalia responde al concepto zapato ligero y muy abierto; mientras que bota al concepto calzado que resguarda el pie y parte de la pierna. Sandalia bota es un oxímoron. Como negro blanquecino, o blanco negruzco. No sólo eso, además se ven mal.

Cierro instando a las personas que diseñan ropa a que corten ya con las ambigüedades: es sandalia o bota, pero no se puede ser ambas. Se trata de un inbreeding de la familia del calzado, creado por el diablo.

Yo digo que la culpa de todo la tiene el anormal que creó la falda pantalón.

21 de julio de 2008

te decepcionaré, ale.

No habrás de recibirme en Jorge Chávez con pancarta ni pañuelo al aire en bienvenida. Me temo que no existirán más conversaciones al chat de madrugada y tampoco quedará rastro del poco respeto que alguna vez en ti generé. Quiero que sepas que lo entiendo y me disculpo. Pronto vuelvo a Lima con una promesa incumplida.

Puedo jurar amiga, si acaso aún me permites emplear ese título, que no he visto un solo indigente en Berlín que haya podido merecer tus afectos. Esto se debe principalmente a que he visto pocos menesterosos en la capital alemana. Los hay, no digo lo contrario, pero el que vi hoy por ejemplo, me pidió el boleto del S Bahn para revenderlo. De inmediato lo miré con la esperanza de que sea un chico guapo y decente, aficionado a pedir propina como todos tus ex novios pero con el plus de la transacción posterior con los boletos ya usados. Parecía prometedor, pero ya de frente lo encontré flaco y alcoholizado, señas que me hicieron pensar que no era el indicado, por aquello de que no queremos más de lo mismo, o en este caso de lo anterior. Es cierto que atado a una pita tenía un perro delgado con cara de sueño y que eso corresponde a algo así como una ventaja diferencial por sobre la manada de irresponsables que quienes te conocemos hemos visto de tu mano. Pero no es suficiente con mantener vivo a un cuadrúpedo cuando tienes veinticinco, vives en el metro y te faltan algo mas de seis molares.

Yo que me comprometí y asumí como reto el volver a Lima habiendo hallado un chambelán germano de tu talla, ahora me avergüenzo de haber perdido esta gesta. No he visto casi gente sin casa, y a quienes vi juraría que saben leer, escribir y realizar ciertos cálculos matemáticos, rasgos que entiendo, no se encuentran en tu lista de requerimientos. Quienes te apreciamos como la chica poco complicada y alegre que eres, esperamos para ti un príncipe capaz de ofrecerte unas salchipapas sin pedirte que firmes una letra a cambio, y continuaremos en la búsqueda de tu media naranja.

Termino esperando que me entiendas.
Besos,
Miss Carla

18 de julio de 2008




No sé y seguramente nunca llegaré a saber qué es lo que me atrae tanto de las cachinas. De hecho confieso que cuando entro en un anticuario tiendo a somatizar el miedo que me da estar envuelta en cosas de gente que seguramente ha muerto, o cosas de gente en desgracia. Me salen granos o me pongo a toser, pero siempre termino oleteando, abriendo cosas, reconociendo en las cosas de otros las mías propias.


Berlín es la casa de tu tía viuda. Una tía que ha estado tanto sola, que tiene miles de manías en términos de orden y limpieza, aunque quizás no sea la más ordenada ni la menos sucia. Hay tiendas en cada calle con escaparates casi vacíos en los que encuentras, por ejemplo, un chanchito alcancía, o un par de zapatos usados. Bares y cafés en todas partes; parques, gente andando o en bici. La tía ha dejado tesoritos en cada habitación, como por decir el comedor forrado en un colomural de colores que hoy ni conjugan, el florero de murano que parece un geiser multicolor, esos pisitos de crochet amarillentos sobre los que posa un bol de cristal tan facetado que luce como un brillante. Berlín no ha botado una cosa en años; la ha vuelto a usar, le ha dado a todo un nuevo sentido. Igual a una que es caótica le da miedo mover algo por error y destruir las estructuras mentales de la tía, quebrarle su historia de melamine indestructible.


El domingo caminamos desde la casa hasta el museo del muro pero antes pasamos por mauerpark, un mercado de pulgas enorme. Entre cientos de personas y un olor a salchicha que te mueres, paramos en un stand a ver qué había. El álbum que compré fue el primero que abrí, como si fuera un presagio. Lo ví, me gustó, pensé que era raro meterse en la vida de otro, y seguimos caminando. Media hora después ambos coincidimos en que no está mal hacerse del registro de una vida ajena y volvimos. Abrimos quince álbumes, tratando de entender de quién eran y qué hacían en mauerpark. En ese lapso una fila de mirones se detenían detrás nuestro a ver las fotos, de alguna manera a pelearnos los álbumes por envidia. Estaba la familia feliz en colores, la anciana viajera en blanco y negro y color (con múltiples tomas de la anciana en ropa de baño), el álbum lleno de fotos sin alma, y de nuevo éste, el primer álbum.


Costó más de lo que se paga por una buena comida en esta ciudad, pero lo vale. La mujer que protagoniza la historia se llama Olga, Iris, Ingrid o Imtrud, eso aún no lo ha revelado. En la primera foto se muestra como es, contrapuesta a la vitalidad de un sobrino. Ella es la tía, la que impone el orden, la que guarda los caramelos en una lata sobre un mueble demasiado alto. La conocí en Berlín y ha prometido contarme su vida.



16 de julio de 2008

happy days

Yo tuve un momento en el que estaba molesta.
Con mis papás y el parque automotor nacional; con los contenidos de la tele, con la locución de Ramírez Lazo y finalmente, con la lencería cónica que con desparpajo vestían las profesoras solteras de más de 50. Ese período iracundo coincidió con una etapa en el ámbito de la educación llamada secundaria.

La aversión contra el estudio, la puesta en duda de las capacidades de mis docentes, el querer ser punkie pero sólo poder usar un par de aretes y un lazo rojo en el pelo (reglas monjeriles que me alejaban sistemáticamente de mi imitación barata de Joan Jett). Ser Carla nadando en un mar de pattys y michelles, temer más que al diablo a una revisión de casilleros, escuchar Ilan Chester por los parlantes del bus del colegio desde la Planicie hasta la civilización, casi a diario y durante meses.

Yo no derramé una lágrima en la graduación. Las amables sisters me tuvieron del cuello todo el año porque no se graduaba aquella que tuviera menos de 16 en conducta. Once años de matrícula condicional finalizaron con un bimestre de 16 en conducta. No por mi madre, no por la tía male ni por las compañeritas y la unión de la prom (texto tan oído esos últimos tiempos). Mi abuela soñaba con esa graduación (no me pregunten por qué), y mi abuela tuvo su graduación. Obvio que como yo no llevaba a la perfección y con garbo el pasito fulero de Pompa y Circunstancia mientras subía al estrado envuelta en una toga alacranuda y coronada por un birrete, la encargada del evento me sentó casi detrás del telón, ubicación desde la cual pude alcanzar el vaso de agua que solucionó un grave ataque de tos de anilú morales, y así salvarle la vida, o algo parecido. Remataba el look un alegre par de tacos blancos.

Me tomé dos fotos mientras mis compañeras lloraban a mares y se abrazaban sin tener idea de qué harían unas sin otras, the spirit of vma. Le eché tierrita al árbol de la promoción, mismo que una hora después el jardinero cambiaría de lugar, y firmé aproximadamente quince libros de graduación con frases célebres. Todo lo anterior muy rápido con la intención de salir del lugar apenas se pudiera y enrumbar a comer kamlú wantán a un chifa cualquiera. Después del chijaukay, todo sería olvido.

Han pasado 17 años. Diez y siete, cuando me encuentro sentada en un café miraflorino en entusiasmada conversa y aparece una ex alumna igual que yo.

- Carla? Hola! Pensé que vivías en España…(aquí preguntas como te casaste, tienes hijos, donde trabajas, etc). Yo te recuerdo mucho, más que por el colegio, por el último día. Yo siempre leo el Golden (versión villamariana del librito de graduación). Te acuerdas de que me escribiste una dedicatoria el día de la graduación? Ella es Carla (a X, chico que la acompaña y que tiene cara de querer largarse ya), te hablé de ella, no? La dedicatoria decía: DEJA QUE LA DISTANCIA PONGA A PRUEBA NUESTRA AMISTAD.

Hoy dos mil ocho, y de la reciente cháchara con mi vecina de pupitre en quinto D, he podido descifrar que el 91 fue uno de mis peores años.

15 de julio de 2008

focos de atención

... justo el día y en el momento en que yo empezaba a sentirme menos mal con este clima berlinés y el peinado que un peluquero madrileño me había perpetrado en la cabeza diez días antes, el chico me toma una foto que podría haber sido histórica si no fuera porque medio segundo después, aparece un personaje mil veces más interesante detrás mío, trayendo consigo el glamour y llevándose el instante...


a. yo, hace tres horas camino al Pérgamo.


b. hace tres horas y dos segundos, parte de mi hombro y señora con cara de pato luciendo sombrero y lentes.

13 de julio de 2008

fin de escuelita -post denso de domingo

Incluso las veces en que León me explicó lo saludable de meterse primero en una piscina y una vez acostumbrada, meterse a la otra -una con agua como para enfriar chelas y la otra como para pelar pollos-, nunca fui capaz de pasar por esa prueba. No piense usted que soy miedosilla, que como un botón de prueba menciono hoy por primera vez que mi kinesiólogo tumbesino era un ex presidiario llamado Carachita, sobre cuyos cachetes detentaban dos equis en queloide del grave.

El asunto es que nunca llegué a entender esa especie de sufrimiento térmico a cambio de un minuto o dos mas de vida medianamente ejercida.

El jueves recién pasado terminó mi curso con entrega de diplomas e intercambio de tarjetas con los compañeros, primera comunión style. El miércoles, como es obvio, salimos de pachanga todos. Fue mi culpa que cantáramos bien bien guena y amante bandido. El resto de canciones nefastas, fue culpa de los demás. El viernes los ví antes de irme y en el fondo me sentí feliz y segura (como si conociera el futuro del mundo). El intendente de equis, el diputado de cualquier lado, el futuro candidato a presidente del partido n, y yo (de sapa y con menos represantitividad que un renacuajo) habíamos compartido un espacio simpá y volvíamos a nuestros terruños a cambiar el mundo.

Hoy, he tocado, visto e intentado entender, el muro que alguna vez dividió berlín. Me ha dado pena, se me ha puesto la piel de gallina y he vuelto a la casa de Martín sin entender. He pensado en los compañeros de la escuela de liderazgo y no he estado segura de que sigan siendo los mismos al alcanzar el poder. He tenido miedo.

Aquí, ya casi de noche, he leído que los baños que alternan agua fría con caliente se basan en la ley de la acción y la reacción; su principal efecto es estimular la circulación de la sangre y reducir las inflamaciones.

Pues nada, que he tenido uno sin mojarme, y no me ha gustado.

3 de julio de 2008

escuelita

en mi clase hay cuatro peronistas divertidos que son los que arman la polèmica y siempre estàn tratando de dejar mal al ponente. el pobre hombre de hoy hablaba de liderazgo hasta que, despùes de una metralla de preguntas impertinentes, optò por darle la espalda al sector de las ladillas, lugar al que me he dirigido sistemàticamente desde el lunes, para instalarme del todo hoy, con cara de complicidad y risita.
dos lulistas aplicadìsimos (uno alto y con una frente que parece una lata de galletas y el otro parecido a uno que cantaba pero yo se que es mentiiira, yo se que es mentiiira...), hacen preguntas concienzudas y llevan su sindicalismo hasta a la cafeterìa. hoy yo ya no quise dar mi opiniòn, mientras saboreaba una fabada que ya pide siesta desde dentro.
tres dominicanos se sientan separados, una paraguaya por ahì, y una boliviana (linda) con quien disputo el puesto de reina del salòn. voy a sonreir hasta alcanzar el trofeo.
en este preciso instante el lulista con cabeza de lata de panetòn escribe a mil por hora en la compu 5, a un metro del lugar desde donde escribo, la 3. estoy segura de que envìa informes y cosas muy importantes. he volteado para darte mas detalles pero me ha pillado asì que cambiemos de tema.
me divierto mucho, hace un calor que mata pero creo que aprendo cosas y encima ya hice una mini pandilla, cosa en la que soy experta. esta tarde salimos en un paseo que se llama Visita Panoràmica a Madrid, y que no es otra cosa que treparte a un bus sin techo a pastelear con los cuates. Ah, tambièn hay un mejicano que es el hermano perdido de carlinflas, front man de chiquilladas.
he notado que cuando tengo al novio lejos hago màs cosas, me afano màs, tengo una capacidad de concentraciòn y anàlisis mucho mayor. El problema es que me resfrìo.

2 de julio de 2008

madrid 1

"este encuentro es muy importante, el màs importante encuentro. una batalla entre grandes, el partido decisivo. pero esto no es solo un juego con una pelota, es una pelea que define mucho. yo lo veo como...la lucha entre el capitàn garfio y peter pan, siendo uno garfio y el otro peter pan, o peter pan y garfio. garfio es este a veces y a veces aquel, y viceversa."*


*interesante disertaciòn de un comentarista deportivo minutos antes del españa-alemania que pondrìa la copa uefa cerquiiita mio. me pliego al exito ajeno, obvio y rapidito.