30 de junio de 2009

sábado:

nos hemos levantado muy temprano hace varias mañanas.

hoy por fin el rodaje ha empezado y el equipo se conoce, los actores se conocen. el perro y el primer actor se hacen mejores amigos antes de que el desayuno finalice. salimos a buscar la primera escena.

el acantilado es marrón, gris y verde sucio. los de la producción vestimos mucho negro. el actor viste marrón y el perro es blanco como un algodón obediente de tres kilos.

Escena uno, toma uno. ensayemos la toma. sostén la bolsa negra en la mano, ponte triste, mira el mar desde lo profundo. después respira y lanza la bolsa así. así, así. una vez más, así. entiendo, tengo la bolsa en la mano, me entristezco, miro al mar en lo profundo y la tiro así. la bolsa vuela de entre los dedos del actor y rueda acantilado abajo trazando una diagonal entre el equipo y el mar. todos gritamos porque finalmente no tenemos otra bolsa para hacer la escena, entonces la bolsa nos escucha y detiene el ruedo. alguien del equipo baja y la trae de vuelta. alivio, escena uno, toma dos.

necesitamos que el interior de la bolsa no ruede así, no podemos perder el sleeping por un descuido tonto. por eso saco de la mochila una pashmina negra y ato el saco de dormir antes de meterlo nuevamente a la bolsa plástica negra. ensayemos.

sostén la bolsa negra en la mano, ponte triste, mira el mar desde lo profundo. después respira y lanza la bolsa así. lógico, ésta vez no va a rodar amenazando con perderse. así? la bolsa vuela, cae, rueda, rueda, rueda. todos gritan, yo adopto esa pose maricona mía de no mirar.

la escena uno, toma tres, tuvo que empezar bastante luego, cuando conseguimos seis nuevas bolsas negras y cosas con qué rellenarlas que carezcan de valor sentimental. la última vez que ví mi chal negro con olor a mí, abrazaba sospechosamente un sleeping naranja y se les veía muy dispuestos a perderse en arrumacos peligrosos, envueltos en su bolsa negra. la última vez que ví la bolsa negra, flotaba chocando contra las peñas que sostienen el mar de grau por el acantilado, camino a la herradura.

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simón el marisquero y su perro chetu debieron haber bajado al amanecer el empinado caminito por donde todo rueda con facilidad, hacia las rocas que con antojadizas formas se zambullen en la costa chorrillana. no han conseguido mucho, simón porque el mar no ha sido generoso y chetu porque no encontró perros con los que mecharse y ya casi es hora de regresar.

justo en el momento en que chetu percibe en el aire el perfume de una perrita amorosa cerca, simón recibe del mar una bolsa negra y su contenido sorpresa. algo así como un edredón naranja acolchado amarrado por varias vueltas de tela negra no pueden ser otra cosa que un amuleto regalado por el azar. mete nuevamente las cosas dentro de la bolsa. respira, abraza la bolsa y mira el mar desde lo profundo. media hora después, encuentra un banco de mariscos de todo tipo, que será su secreto y sustento por las próximas semanas. vuelve feliz a su casa y recupera la admiración de sus vecinos y familiares, a los que agasaja con regalos y paseos a plaza lima sur con su pollo a la brasa más.

la bolsa y su amarre misterioso llevan alegría y prosperidad a la via del marisquero y chetu, muy popular desde el sábado entre las perras independientes y reconocido como el pekinés más faite del barrio.
que así va la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pienso en ti, me entristezco, miro al mar en lo profundo... que así va la vida.

Carla Valdivia Rosello dijo...

por eso a veces se pierden las cosas