25 de enero de 2010

Me lo compré y no me ha importado que el timón sea cambiado ni que huela a otra gente un poco, ni que las llantas sean aro 14 y eso las haga más caras que las de aro 13. Confieso que no se qué carajo significa esa unidad en la diferencia entre las llantas del auto nuevo y las del auto viejo. Me ha molestado que el tipo que me lo vendió, que tenía una cara de idiota que ni más, haya sido no solamente un tipo idiota que tuve que ver por tres días sino un idiota más listo que yo, que pudo esconder que la ventana del copiloto no bajaba aún cuando salimos a pasear y yo fui la copilota y no se me ocurrió tratar de bajar el vidrio. Qué difícil darse cuenta de que aún en el 2010 hay gente idiota que es menos idiota que una.

No me importa que yo diga que el auto es como una camionetita y que venga alguien a decirme que es un auto familiar con cara de que quizás yo ya esté planeando tener una familia y claro como es lógico, no empiezo por ahorrar sino que me gasto todo lo que tengo y más, en un auto, como primera medida adulta. Yo sé que no es familiar, que es joven y divertido a pesar de que sea guinda porque quizás en Japón guinda es un color hip y por la diferencia de horario acá es un color de vieja sonza que no da más, de vieja que hace movilidad escolar.

Bueno y aparte de que la ventana no abre y viajo dentro de un microondas a lo largo de lima, el auto se siente bien y se ha adaptado muy bien a mí y a mi perro aunque a nosotros no nos importe el número de la placa ni los trámites y a pesar de que al auto sabe, porque vino sabiendo, que el día que cayó en mis manos fue el último que alguien tuvo real preocupación por si tenía aceite o agua o si las llantas estaban infladas o nó. Es un auto condenado como lo fue el anterior. Finalmente en honor a éste último tenía ganas de decir unas palabras. Ha funcionado hasta el último día, no pidió mucho y quedó estacionado en la casa de mi madre, así como ahí están las fotos de cuando era chica, cierta ropa de la que no quiero deshacerme hace siglos y todos los demás cookies del alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

volviste! ya estaba a punto de hacer un comentario suplicando tu retorno; en fin, qué bueno.
Te vi hace unas semanas, y tienes cara de muy chinche. así es.