13 de octubre de 2010

SOY ADMIRADORA DEL CHIBOLO

Me gusta desde que apareció en los medios como un disidente de quince años que caminaba por las ondulantes baldosas de Río que yo vi en la tele cuando Sonia Braga era la mujer más linda dentro de la pantalla. Esa vez me encandiló su actitud de Macaulay Culkin inflado de hormonas que iba corriendo detrás de un mujerón de treinta que la prensa catalogaba de vividora, de barata de Botafogo. Ahí lo descubrimos, cuando al mismo tiempo que vendía su laptop para conseguir de qué vivir en medio de la calentura brasileña, su abuelita abrazada a una foto le pedía en el noticiero que regrese, que ya estaba preocupada por él. Maestre opinó que el joven buscaba una madre y el adulto Gran Maestro Internacional le recomendaba alejarse de los placeres de la carne, le decía que eso no lo llevaría lejos, que no sea jugador.

Emilio Córdova vuelve al Perú de la mano de su madre biológica, dijo la prensa y todos respiramos aliviados y Lúcar feliz de haber pagado los pasajes para tener ese domingo los pormenores del rescate y regreso del hijo pródigo a los brazos de su madre y de la tierra que lo vio nacer, que no eran ni por asomo tan entretenidos como Adriane y Río. Bienvenido a tu patria ñañito, cómete tu cuáquer.

Lo vi hace meses parado en una esquina. Confieso que me emocioné y que grité por la ventana del auto ¡Emilio!, para después sentir vergüenza de fanatiquear tan abiertamente y gracias al cielo la luz cambió y me fui sin saber si me había oído. Estaba más grande y lucía como el hijo de Johny Orozco. Un año en tiempo Emilio son como cinco de los nuestros. Se deiviseó, pero a él se lo perdono por lo que pasa debajo de los rayitos, ahí donde las cosas se mueven a su antojo. No lee el libreto y dice lo que se le viene en gana. Se manda a mudar, vive de ganar partidos, tiene diecinueve años y planea casarse con una trebejista matancera. No se la lleva papayita, pero se la lleva entera.

A algunos les jode, les disgusta un poco verlo y quisieran que no esté en el circuito. Imagino que no es precisamente lo que el ministerio define en los libros de colegio como un buen alumno, ni es el hijo soñado de un comerciante de talentos y menos pasa el casting para niño símbolo de una campaña de valores juveniles como los otros ajedrecistas que sí son fruto de una disciplina férrea, de no ver televisión, de comer toda su comida y evitar las malas compañías. Los chicos buenos no se enamoran como necios y menos mandan todo al diablo. El distinto estorba, por eso la federación parece no quererlo mucho y dicen haberlo invitado al mundial pero la firme es que
no lo invitaron del todo y para remate el tipo llega y juega y gana. Chúpate esa mandarina.

A mí me gusta su inmodestia, que tenga carácter de estrella de rock y no de ajedrecista chancón, que sea un natural aunque serlo le signifique ser también la pesadilla de cuatro tipos hechos sin talento pero con odioso esfuerzo y que son justamente los que dirigen la disciplina y definen el apoyo.

Adelanta jugadas Emilio, trae un título enorme y esos cuatro estarán en el aeropuerto hablando las maravillas de tu ser, usando polos en los que saldrás sonriendo con tu nuevo peinado. Vendrán comerciales de dentífricos y supermercados. Bienvenido a tu tierra, sé bueno y cómete tu quinua atamalada.

6 de octubre de 2010

PAJARITOS PREÑADOS

Así decía el abuelo cada vez que de chica me ilusionaba con cosas increíbles. Abue, me han comprado estos Sea Monkeys, les echaré agua y cuando crezcan serán como caballeritos acuáticos! Si me tomo cincuenta cocacolas al día es muy probable que gane el minicomponente! El disco de Kiss oído al revés tiene mensajes satánicos!

Estás creyendo en pajaritos preñados, decía riéndose y negando con la cabeza. La abuela en cambio, sabía que tarde o temprano yo conseguiría implementar una bomba casera con mi juego de química y por eso siempre estaba monitoreándome a metros. Admito que nunca logré hacer explosionar la casa y que era buena y esperaba con fe que los sea monkeys aparecieran y se saludaran elegantemente como lo hacían en el empaque. En lugar suyo aparecieron unos asteriscos que con nula gracia flotaban en el agua mugre.

Siempre me han ilusionado esas historias de progreso desde cero. El rey de la papa, la reina del pollo a la brasa, el señor que era mozo de un restaurant al que hoy le pago una fortuna por comer un chorizo en su propio restaurant. Por eso cuando hace poco me llamaron para presentarme a un señor que es líder en Gamarra, salí perfumadita de la casa con la mayor emoción. Gamarra, la niña símbolo de lo progre.


Nos recibe un caballero de unos sesenta años. Es puneño, específicamente de un pueblo pequeñito en honor al cual ha bautizado el emporio de bienes raíces que es de su propiedad. Estamos en un edificio de diez pisos hecho mitad cemento y mitad vidrios polarizados. Tras el individuo una gigantografía con las fotos de los otros nueve edificios de diez pisos que le pertenecen. Impresionante, digo yo. Es producto del esfuerzo, dice él. Me habla de su pueblo y su región, sobre la que panea, ostenta el título de tener la mayor cantidad de danzas folklóricas. Menciona a sus padres y me cuenta cómo y cuándo llegó a Lima en calidad de entenado, de chiquillo que dormía en el suelo y lavaba platos, pero que siempre tuvo la capacidad de ver más allá. Yo feliz, cara de júbilo.


El señor puneño ha hecho una fortuna en base a las confecciones primero y luego a la construcción y alquiler de locales para los que confeccionan. Lo ha logrado sudando dice, mientras yo intento calcular los metros cuadrados por edificio, por diez edificios, a muchos miles de dólares el metro. Han pasado pocos minutos y yo estoy orgullosa de él, orgullosa de Gamarra y orgullosa de los peruanos, incluyéndome hacia mis adentros dentro del grupo progre por osmosis. Ese pudo ser un buen momento para irse sonriendo, pero el empresario procedió a enseñarnos el método de su éxito.


En mi pueblo hay tres mil, los otros diez mil vivimos y trabajamos aquí. Yo por mi trabajo he conocido China, porque no ha mejor manera de progresar que copiar a los que progresan. Acá en el Perú, la gente quiere saber muchas cosas, allá con saber una bien sabida, se gana un sueldo. Mire por ejemplo (y aquí íbamos subiendo piso tras piso de talleres y almacenes), en éste piso trabajan cientos de personas, les hemos habilitado un espacio en el piso de arriba para que no necesiten ir a sus casas, ahí duermen. Comen arriba en la cafetería, ve? Así la plata va girando aquí mismo. Eso sí, no permito que ninguno de mis empleados use reloj. El que usa reloj está pendiente de las horas, quiere salir, depende. Cómo se va a ganar plata si la gente depende de algo? Hay que seguir el ejemplo de los que progresan pues…

Asustada hago la pregunta final. Y qué va a pasar en unos años con su pueblo? Verá usted, yo tengo un plan. Voy a construir un gran hotel y una carretera desde el Titicaca y así explotaremos el turismo en la zona. Le conté que tengo la única máquina en el Perú que hace tejidos para hacer globos aerostáticos? Aún no sé en qué usarla pero pronto la pondremos en marcha.

Sigo creyendo en el progreso pero paralelamente le ruego a los santos que ese señor y su idea de progreso no aparezcan sobrevolando mi casa en un zepellin. Mi abuelo que era sabio diría boba, qué globo ni qué niño muerto!