12 de agosto de 2012

La planta llegó hace tres años. Me la dió el portero como regalo sorpresa y al ver la tarjeta, era el regalo navideño de un ex ministro de quien se diría entonces, era mi suegro. Un correo recorría los buzones de los sapos limeños diciendo que el hijo del general y yo manteníamos un romance que tenía como sede el club de campo de una fuerza armada. En el correo decía, la hijita de alan y el general usan la sede para su luna de miel. A mí, el  mail me llegó de cómo a cualquiera.
No conozco mucho al ex ministro y la verdad no sé si es casado o tiene hijos. Me gustaría imaginarlo como suegro sólo si tuviera un hijo alto y con pelo moreno. Un hijo que soporte pesadeces, que quiera más de lo que quiere un humano promedio. Si el ex ministro fuera mi familia me gustaría que su hijo se llamase Marcial, que tuviera una maestría en Historia y que su rollo fuera importantísimo. Lamento si, que ese señor nunca me haya presentado un hijo y más lamento que la sede campo nunca haya sido la locación de mi loca luna de miel. Luna, miel, carla, no.
El ministro cuando fue, me mandó esta planta. Elegante mandar plantas, no matar seres vivos para complacer mujeres. La planta llegó a casa en una maceta y cuando la vi, pensé Anturio. El tema con la planta ha sido su euforia. Muchos meses ha sido una planta con muchas hojas y dos o tres flores. Luego con cuatro flores, luego con cinco. Cada vez menos hojas verdes y más flores rojas. Flores rojas por todos lados y capullos de flores rojas. Un ejercicio insólito de rojo la planta que ya tiene más de tres años. La miro y veo abajo florcitas apareciendo cada semana, cada vez las hojas más verdes, cada vez más alegría.
La planta ha estado ahí en medio de lo peor, sentada en el tablón que divide la cocina de la sala como si nunca pasara nada y se ha soplado las peores conversaciones, lo peor de lo denso y de lo feliz. Esa planta me ha visto sin ropa en situaciones raras, me ha visto desfilando por la sala como una loca histérica y me ha visto pasar triste hasta la puerta acompañando a alguien. Con sus flores rojísimas miles creciendo como si importara poco la vida de los humanos, con sus hojas verdes como si yo no fuera la dueña de casa.

Nunca, jamás, la he regado. Se alimenta de mi, la muy puta.

3 de agosto de 2012

donde tú respiras, estoy yo respirando

Me dijeron mil veces que sería una princesa. Algunas mi padre, otras mi abuelo y finalmente, la profesora del nido que luego se reiría de mis deseos de ser la virgen maría en un nacimiento que no aceptaba niñas malas.  Yo era una niña mala, no se si sabes. No me gustaba obedecer a los grandes y podía pasar horas delante de un plato de comida frente a las caras molestas de los adultos sólo para demostrar que en el mundo se hace mi voluntad. No me gustan los grandes, no tengo odio hacia ellos pero no me gusta todo lo que quieren, lo que han querido hacerme.
No me han hecho una princesa, prometieron pero no lo lograron ellos. No he sido una princesa hasta que estuve vestida con esa falda roja, la falsa joyería de topshop, con la blusa negra y esos tacos que tanto festejaste, con los que podría haberte arrancado los ojos, de haberlo querido. Cómo querer arrancarte esos ojos chinos que son la vida misma, mi chico?
Fui una princesa vestida de ropa de tienda por departamento, sin poder plancharme los enormes pelos porque el enchufe no daba, sin poder maquillarme del todo bien porque la mano me tiembla cuando estoy loquita. Reclamé mi reino cuando sintiéndome fatal me dijiste qué linda estás, con esa mirada que es el fondo de todo, con esas rendijas negras que tienes por ojos que esconden cosas que ni tú conoces. Entonces caminé a tu lado y me partí los pies de plebeyita pobre con esos zapatos que luego enseñarías a tus amigos sorprendido. Me senté en una sala y te vi como nunca te había visto mientras tom nos había fotos y yo trataba de salir linda, de ser linda y propia, no dándome cuenta de que linda y propia eran dos conceptos bobos para una princesa.
Soy una princesa boba, disculpa. He sido reina de lo mío y princesa de lo tuyo. Una chica en el fondo como todas las chicas, enamorada como una loca del rey de un mundo al que no pertenezco. Dos universos, pues. Igual quiero decirte algo: un día puede que sea tu reina, deberías estar tan asustado como yo enamorada.