25 de agosto de 2009
delirios autorreferentes
21 de agosto de 2009
La descarriada for dummies.
Mi mamá hablaba en voz alta de las maravillas de la ópera. Teníamos un disco amarillento de Pavarotti que yo ponía en el tocadiscos y daba de alaridos al lado de la voz del gordo en mi italiano de ocho años. Anotaba la fonética de las canciones en un cuadernito y no paraba hasta aprenderla para que después que carlita cante una furtiva lágrima, que carlita cante la donna e móbile, y ahí iba carlita avergonzada y después de haberse hecho rogar horas, a cantarle a los grandes en el comedor. La coyuntura me hizo lorna.
Ibámos a la pajarera del municipal a ver la ópera o el ballet o berioshka o los chalchaleros. Como la circunstancia era esa y no otra, uno de mis primeros amores de infancia fue un chalchalero bizco que tocaba el bombo. Suspiraba por Federico Moura de Virus como por Pavarotti y moría por verlos alguna vez.
Para entender la ópera en vivo primero hay que ir, sentarse y comprar el folleto de cinco soles repleto de erratas que ofrecen unas señoritas. Ahí uno puede ver las fotos de los actores cuando eran guapos y flacos, como también leer un poco del guión de la obra que, voy a ser franca, no se capta a la primera. De ahí sigues sentado y con el último timbre empieza la orquesta a sonar y como por arte de magia tu eres parte de todo eso como un instrumento que no se escucha pero está. Entonces se abre el telón.
Violeta es una juerguera mal que vive una vida disipada y tiene un huevo de amigos divertidísimos que bailan y chismosean de lo lindo. Ella, con su peinado malísimo y su copita en la mano, es La Traviata. Gilea con uno y otro hasta que llega Alfredo, que dicen que es un joven pero en realidad es bastante adulto y gordo para mi gusto y si yo fuera la descarriada de esa específica obra, jamás le hubiera dado pelota. Alfredo le ofrece amor, ella acepta y abandona el mundo divertido para irse a vivir al campo con su novio. Después el suegro de Violeta, que está sustancialmente más bueno que el redondo que hace de galán, se mete en la trama y ella huye del amor de su vida so pretexto de por el bien de él. Otro día se encuentran en una fiesta y Alfredo la trata como a una basura. Ahí termina el segundo acto.
Hasta aquí cuántos errores cometió Violeta? Dejó a sus patas, se metió con el tenor Alfredo en lugar de con el barítono de la barba, se dejó afectar por el floro de éste último y se las dio de fugitiva dejando que el gordo piense que es una perra. También fue a una fiesta sabiendo que el nuevo gil y el ex se encontrarían, la muy buscapleitos. Todo eso sin mencionar la falda blanca con zapatos negros que usaba en la escena del campo.
En el tercer acto Violeta se soltó el pelo por fin y yace en una cama con su sierva Aninna. Le queda media hora de vida porque está tísica y como si no tuviera de qué preocuparse, sigue pensando en que Alfredo irá alguna vez a verla, cosa que pasa pero como diez segundos antes de que Violeta muera. Eso es.
Cuando Violeta se muere, muchas de las señoras que han sacado a sus mascotas del closet para lucirlas en los hombros como sacándole la lengua a PETA, se van rápido y sin aplaudir en una carrera contra no tengo idea de qué. Uno se queda ahí, pensando en la acústica del sitio, en si los músicos del foso (cuántos serán, estarán en jean?) están contentos con su perfo. Repite en la cabeza el brindis de Alfredo en la primera fiesta y el momento en que Violeta le ruega que la ame por siempre en la casa de campo.
Después solo queda afilar la lengua para rajar del vestuario y secarse los ojos para que el resto no note que cada vez que las más de treinta voces del coro intervinieron en conjunto, uno estuvo llorando a gritos. Te odio, Verdi.
11 de agosto de 2009


(se agradece a abi por las fotos tituladas: trabajo de profundidad de campo).
6 de agosto de 2009
Cuando apareció la señorita que debía presentar a capella los videos de perros y dijo que bienvenidos al ciclo de largometrajes inéditos, recién supimos que lo habíamos confundido todo, pero ya estábamos ahí y presentábamos síntomas de cansancio como son patas de tamal y rodillas que suenan, por lo que nos quedamos a ver qué nos deparaba el futuro.
Hoy tenemos al director Albert Serrá, que nos presentará su primer largometraje (del nombre no me acuerdo). Entonces aparece el señor Serrá y toma la palabra, esta vez con un micrófono totalmente innecesario dado el tamaño de la sala y la cantidad de asistentes.
Hola, bueno, er, hoy voy a presentar mi primer largometraje que nunca fue estrenado ni en salas comerciales ni en ningún lado, porque lo hicimos unos amigos y yo en un tiempo record y casi sin equipos y todo lo hicimos sin técnica, ni guión, y sólo queríamos divertirnos y eso fue lo que hicimos. Los que han venido seguramente conocen mis otros dos largometrajes que sí fueron a salas comerciales y pues éste primero no, porque en realidad es como un juego y de hecho no sé si valga la pena que exista o nó, o si debe estar vivo y yo debí en algún momento destruirlo en lugar de presentarlo aquí, porque en realidad no es nada y a mí francamente me pone a dormir y no me parece para nada bueno y ya, pues aquí lo tienen. Definitivamente no va a quedar en los anales de la historia del cine, pero vosotros lo veréis y decidiréis si es bueno o malo, aunque una vez en Rótterdam lo pusimos al lado de la película de un tal Córdova que yo no ví, pero los dos que iban conmigo y vieron la de Córdova me dijeron que la nuestra era muy superior que la suya y eso me puso contento. Estoy sorprendido con la cantidad de asistentes que hay aquí (unos 25), porque supera la cantidad de personas que vieron mi última película durante la primera y única semana que estuvo en las salas comeciales. Esto que digo es cierto y bueno, espero que la película os guste, porque yo no sé si debí mostrarla, y ya. Creo que eso es todo, bueno, los dejo con la película. Gracias. Ya.
Así empezó la película que no tenía nada que ver con weimaraners y yo cuento esto porque necesitaba mencionar que tengo un tema con los artistas y es que me sorprenden todo el tiempo con las cosas que hacen y dicen que no tienen nada que ver con su obra.