8 de marzo de 2021

Reflexiones sobre el #8M

 A estas alturas de la mañana ya debes haber leído todo tipo de menajes por el día de la mujer. El mensaje que explica la fecha conmemorativa, el que se indigna por los saludos y felicitaciones y los mensajes que dicen que eres un ser sagrado y bueno, una vasija santa del señor.

La verdad es que habemos tantos tipos de mujeres como mujeres hay y que así como es buena la atención que recibimos en un día como hoy, también es bueno que reflexionemos sobre algunos temas que quedan flotando.

El primero de ellos es el concepto de sororidad que se pasea hoy en cartelitos de todos colores. ¿Esa hermandad que pregonamos tiene límites? ¿Tenemos realmente que apoyar la conducta e iniciativas de todas las mujeres porque somos mujeres? Me parece que no. Creo que hay mujeres que obran bien y otras que obran mal. Mujeres que se corrompen, mujeres que mienten para obtener beneficios sin importarles a quiénes perjudican. Mujeres egoístas y no solidarias, en la misma proporción que hombres no necesariamente buenos. ¿Tengo entonces que celebrarlas porque compartimos género? De ninguna manera. Puedo ser crítica sin perder en ese camino el norte de mi lucha por los derechos de las mujeres.

El papel de la sororidad en el ejercicio crítico de la realidad consistiría entonces en no usar argumentos machistas para atacar a las mujeres en su femineidad. Que una mujer actúe de tal o cual forma no le da derecho a nadie a decir que es fea, gorda o p*ta. Tampoco es muy sororo referirse a otra como un apéndice de un hombre. La mujer de, la amiga de, la hermana de o la hija de. Esas son formas de menospreciar la valía de una persona que, cómo será de importante que te tiene refiriéndote a ella y tratando de invisibilizarla.

Saltando a otro tema, me parece más consecuente emprender una lucha real para cambiar la vida siquiera de una sola mujer, que poner largos posts que digan "puedes cumplir tus sueños". ¿Cómo puedes cumplirlos si naciste en un hogar pobre donde no vales igual que tu hermano porque tus padres no tuvieron la información y los medios para impulsarte fuera del machismo atávico enquistado desde siempre en las casas? 

Nadie cree realmente que una niña casi sin comida, sin educación y que tiene que cosechar al sol durante largas jornadas, tenga la posibilidad de alcanzar sus sueños. No sabemos con qué sueña una adolescente esclavizada para el comercio sexual. No sabemos ni siquiera que pueda ejercer su derecho a soñar. Eso es llamado por algunos "romantización de la pobreza", pero en realidad es la romantización de los privilegios porque hace que las mujeres que estamos en un buen lugar, que pudimos estudiar, decidir cuándo o si embarazarnos, que podemos escoger, estamos donde estamos porque somos unas heroínas. Eso significaría que las que no tienen metas o no ganaron, son perdedoras porque quieren. Sabemos que no es así. Por más esfuerzo que hayas hecho, siempre hay mujeres que empezaron a subir la escalera desde más abajo. Quizás en lugar de usar tu compu e internet para decirles que sueñen, puedes ayudarlas a saltear los enormes obstáculos que enfrentan.

Muchas veces comento con amigos sobre sus madres, algunas de ellas son amas de casa que han sacado adelante con su esfuerzo a varios hijos hoy profesionales. Siempre tengo curiosidad de saber qué hubieran querido ser si en su época el suelo hubiera estado más parejo para las mujeres. Casi nunca saben, los hijos. 

Mi mamá hubiera querido ser médico. Viniendo de un hogar de clase media, con padres cultivados y del mundo del arte, acabó estudiando educación. Qué linda carrera, qué maravilloso salvo porque ella quiso estudiar medicina y esa no era una carrera para mujeres. Tu mamá, tu abuela, la señora que tienes la suerte de que te ayude en la casa ¿qué hubieran querido ser? En una de esas tu puedes darles una mano para que ese ansia de conocimiento o de realizarse no quede trunco, obvio que sujeto a tus posibilidades y las suyas. Ese sería un gran gesto, un paso más allá de los cartelitos de colores.

Finalmente y porque este texto ha quedado más largo de lo que pensaba, luchemos contra la violencia hacia las mujeres de parte de los hombres, pero también de parte de nosotras mismas. Reflexiona sobre el doble discurso, sobre las demostraciones políticamente correctas en público y la violencia en mensajes privados. Seamos hermanas entre amigas y enemigas, en este tema que es tan importante para las mujeres que no tienen espacio para soñar. Abre el camino, da la mano. No juzgues a una mujer desde lo que tú crees que es correcto. Prostituta, madre abnegada, monja, política, barrendera, académica, empleada del hogar, ama de casa, veterinaria, astronauta o esposa, algunas desafiando su contexto y otras amarradas a su contexto como si fuera un saco de piedras. A todas nos tocó vivir este 8 de marzo, en el mismo tiempo histórico. Hagamos que sirva de algo.


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