4 de abril de 2008

La loca de la piedra


El miedo empezó el día que le pregunté a un chico con nombre de salsero puertorriqueño la razón de una evidente cicatriz facial, lo que dio paso un relato que me cambiaría la vida, o más bien la vida en los semáforos.

Fue en febrero y con sol, cuando con la luz en rojo y sentado de copiloto, vió a una mujer correr hacia su ventana con un globo de agua. Más vivo que los vivos, subió la luna y desde dentro hizo una mueca burlona, misma que se desdibujó cuando el globo-que rápidamente reveló ser una piedra -le rompió el vidrio y la cara. Una clásica secuencia de hechos crash-au.

Pasaron más de quince años desde que oí la historia y aún salto si veo a alguien levantar la mano incluso en señal de saludo cerca de la ventana de mi auto, pero también me detengo a varios metros del auto de adelante por si un pastelero me quiere embarrar el parabrisas con su trapo y sobretodo, me angustio y pregunto dónde está la policía, el serenazgo, supermán o mi ángel de la guarda, cada vez que el loco pechicalato, tiznado y con pinta achoradísima que pulula por mi trabajo, sale de atrás del tótem del rotary club para dirigirse a mi auto a exigir el sol que le corresponde por cada pasada.

La loca a quien detuvo ayer la policía comparte el mismo método de la piedra y el hollín, pero le suma el hecho de estar absolutamente desnuda, o más bien le resta la ropa. Las cámaras de tv la pescaron saliendo de un hotelito recién bañada, vestida y con cara de cuerda, de regreso a casa con los cientos de soles producto de un día de intercambio de generosidades económicas y físicas.
Si la sola amenaza de apedreamiento es argumento suficiente para pagar, el elemento privación de ropa es un detallito que agrega un abanico nuevo de sensaciones a usted y a mí, estimado lector, potenciales clientes de la señorita. Purito marketing, persuasión de la mejor. Si está loca lo determinarán en el hospital al que fue trasladada calata de nuevo, desde de la comisaría. Al salir, entre insultos y gritos, le lanzó sus chancletas al periodismo. Aplausos.

7 comentarios:

Martín Vargas dijo...

No sé como llegué aquí ni si volveré por estos predios. Me queda claro que eres un persona sensible, que intentas escribir sobre lo que hay tras tus bastidores, pero que te falta mucha calle, jirones de piel y un expertise fuera de las calles perfumadas para volterte un poco más humana, menos predecible.
Saludos

Anónimo dijo...

más inhumano que te roben con semejante violencia, no jodas...

Anónimo dijo...

Quiero conocer a martín vargas, tan superior, tan capaz de opinar sobre las personas (sensible te ha dicho), apenas leyó algo de ellas.
Así me gustan los tontos, dando cátedra a los demás.
"Saludos" y si sólo eres pose de superioridad, no te molestes en volver por estos predios "perfumados".

Anónimo dijo...

Si Vargitas no regresa por acá, el mundo será un poquito más a medias. Te habíamos extrañado tanto; pfff. Quien sabe si la loca de la piedra se vuelva vecina mía si es que la trasladan al Larco Hererra. Le vería como yéndome al gym.

J.

Sol dijo...

Qué????? ...wow...

Anónimo dijo...

Bueno y la loca estaba loca o no? Pero es cierto que la gente se vuelve muy insensible en las ciudades grandes.

Anónimo dijo...

y dime eres de los que apartir de esas malas experiencias hace generalizaciones acerca de TODOS los pobres, mendigos, serranos, indios, etc?