11 de noviembre de 2013

tarde borde

En un momento el chico dijo “Christian se casó con una de esas chicas perfectas. Pelo largo, toda arregladita y que le llevaba la contabilidad. Ella era de las que alquilaban la casa en la playa y veía toda la producción de la casa”.

Eran las cuatro de la tarde, no la hora de almuerzo ni la hora de la cena y ahí estaba yo, en un restaurante sostenido por palos mar adentro de la ciudad capital, viendo al revés Lima, la Lima que atardece mojada y que se levanta a cuatro o cinco pisos de la costa. Tenía tres copas de vino blanco ya tomadas y él tres piscosours en vaso gordo. Nos escapamos porque el día estaba lindo y salíamos cada ciertos minutos del bar a fumar para luego volver y pedir piqueos, muchos piqueos marinos compuestos por pulpos y calamares. Tres veces el mar chocó contra el vidrio del sitio donde nos sentamos. Una sola vez él me tocó el pelo marrón para decir qué negro tu pelo.


Ahí estaba yo, abandonando cualquier actividad productiva para entregarme al mar y al coqueteo a media tarde. A decenas de miles de kilómetros del pelo largo, la perfección y la casa de playa, como se puede leer.

1 comentario:

Pequeñez dijo...

Carla! te habla la niña que te pidió una foto cuando salias del estudio de barranco la que no tenia camara frontal en su celular y luego te dijo si te podía mencionar en twitter. Me detuve a leer esta entrada y no pude evitar sentirme un poco identificada, no me imagino si algo así le hubiera pasado a mi pequeña Blacky pero te aseguro que Pornito esta en el cielo de los perros esperando a que le enseñes a dar la pata y te cuida aunque no lo creas :D